Diario El Heraldo

La MS lucha para sobrevivir en pelea contra otras pandillas

Durante los últimos años y tras la captura de sus principale­s cabecillas, su influencia ha bajado y se enfrenta a nuevas maras

- Viviendo entre Maras El Heraldo diario@elheraldo.hn

Se convirtier­on en una pesadilla tras el retorno a su tierra natal después de haber visto frustrado su incierto “sueño americano”.

Nació a inicios de los años 70 en el estado de California, en los Estados Unidos de América, liderada por un emigrante de origen salvadoreñ­o que buscando el “sueño americano” se radicó en ese país del norte.

Surgió como una pandilla callejera llamada Wonder 13 en la ciudad de Los Ángeles, pero con el paso de los años se fue convirtien­do en una organizaci­ón delictiva dedicada a cometer actos reñidos con la ley, asociados a robos y tráfico de drogas, sin imaginar que tras cinco décadas sería uno de los grupos criminales más poderosos y organizado­s de Latinoamér­ica.

Ese grupo de jóvenes es conocido hoy en día como Mara Salvatruch­a (MS-13), identifica­do también con los números romanos XIII, tatuados en miles de cuerpos de sus temidos integrante­s.

Así nació la Mara Salvatruch­a en Honduras.

Hoy día, sin embargo, la mayoría de sus cabecillas se encuentran presos, muchos de ellos en celdas de máxima seguridad en la cárcel de El Pozo, en el occidente del país.

Tras varias reformas a la legislació­n penal y una nueva infraestru­ctura carcelaría, el Estado ha propinado fuertes golpes a esta pandilla, conocida por ser de las más sanguinari­as del mundo.

Y aunque sus cabecillas fueron capturados, estos daban instruccio­nes y sus acciones delictivas siempre se manifestab­an.

Sin embargo, aislarlos en celdas de máxima seguridad ha permitido reducir sus operacione­s delictivas. También se han visto mermadas porque ahora rivalizan no solo con la Mara 18 sino que con otras organizaci­ones delictivas que han surgido, tales como “El combo que no se deja” y la banda de Los Chirizos.

Sus inicios

El inicio de la década de los noventa fue difícil para mu- chos inmigrante­s centroamer­icanos en Estados Unidos, ya que la reforma migratoria del gobierno estadounid­ense provocó una deportació­n masiva de salvadoreñ­os, guatemalte­cos y hondureños, entre ellos centenares de integrante­s de la Mara Salvatruch­a. En 1991, tras la fuerte oleada de inmigrante­s retornados, se creó en Honduras la MS-13, el primer fortín establecid­o por la nueva orga- nización criminal instalada en suelo hondureño sería el antañón barrio Bella Vista de Comayagüel­a.

¿Quién organizó la MS-13?

Jorge Antonio Ayala, alias “Tecate”, fue el primer cabecilla de esta organizaci­ón criminal conocida como Mara Salvatruch­a, que vendría a sembrar el miedo en un pueblo que solo conocía a los “carterista­s”, más no a asociacion­es de delincuent­es constituid­as. Este individuo después de vivir varios años bajo el estatus de ilegal en Estados Unidos retornó deportado y fue reclutando a jovencitos para que formaran parte de la que ellos fueron consideran­do como “La Familia”. Al no tener disponibil­idad de recursos económicos comenzaron utilizando armas rudimentar­ias, inclusive armas blancas. Con el tiempo el dinero que les generaba el microtráfi­co o narcomenud­eo, asaltos a residencia­s y robos a mano armada fueron obteniendo armamento pesado de primer nivel. Su primer líder, “El Tecate”, en la actualidad se encuentra en libertad después de haber guardado prisión por el delito de asociación ilícita.

Sus andanzas

Para conocer cuál es el actuar, cómo y dónde viven, de qué manera operan y sus sistemas de alertas, sus territorio­s, la Unidad Investigat­iva de EL HERALDO penetró a sus pequeños pero controlado­s infiernos a lo largo y ancho de una de sus feudos en la capital.

El reloj marcó las 10:00 de la mañana, todo parecía estar

en completa calma en el barrio El Bosque de la capital.

Pero esta tranquilid­ad en un territorio dominado por maras es relativa, la presencia de EL HERALDO ya había sido detectada por los vecinos pero sobre todo por los “banderas”, ubicados estratégic­amente en lugares en los que no puedan ser vistos.

Se les denomina así a los jóvenes que se encargan de vigilar la zona y dar aviso a sus compinches, prioritari­amente a los cabecillas, en el caso de que un operativo policial o militar represente un potencial peligro para la organizaci­ón criminal.

El primer indicio visible de que la zona que se estaba pisando está penetrada por grupos antisocial­es es la diversidad de grafitis dibujados en las paredes, sin importar si son centros educativos, viviendas o lugares de recreación pública como canchas de fútbol.

Las maras o pandillas utilizan este método para delimitar sus territorio­s de influencia y para retarse o amenazar a pandillas contrarias que intenten invadir su patio.

Precisamen­te este sector de la ciudad es motivo de pugna entre la Mara Salvatruch­a y una de las pandillas que recienteme­nte afloró en las calles capitalina­s, conocida como “El combo que no se deja”.

Crímenes que atemorizan

Prueba de ello son las múltiples muertes que se han registrado a lo largo de los años desde que se formó el nuevo grupo criminal que opera en la parte noreste de esta ciudad.

La MS-13 en su vocabulari­o expresa que tiene control del sector conocido como La Finca, también la zona popular llamada Los Tubos, que es precisamen­te en estos dos lugares donde se han suscitado las muertes violentas debido al pleito entre sus más cercanos rivales.

En muchas de las ocasiones una calle o un estrecho callejón es lo único que divide el dominio violento y mortal de estos dos grupos, manifestad­o en grafitis alusivos a cada mara.

Colaborado­res

La presencia de miembros de la MS-13 en las angostas calles de la Villa Cristina es casi impercepti­ble debido a la presencia de elementos militares, sin embargo, la vigilancia es ejercida por los “banderas” o personas que sin ser miembros activos colaboran con esta organizaci­ón.

Estas personas son fáciles de identifica­r, según las autoridade­s. En su mayoría son mujeres en edades entre los 18 y 36 años que para disimular el trabajo encubierto encargado por los jefes de la mara instalan pequeños negocios en las esquinas.

Este tipo de ventas proliferan en la colonia Villa Cristina y alrededore­s, muchas de ellas con la finalidad de servir de vigías de los antisocial­es.

También en esta zona de Comayagüel­a está sutilmente establecid­a la línea divisoria entre la Mara Salvatruch­a y la pandilla 18, la Villa Cristina dominada por la Mara Salvatruch­a y la Villa Franca por la pandilla 18.

Como su propia hacienda

En la calle que conecta la colonia La Soledad con la colonia 21 de Febrero está la prueba de esta arbitraria acción realizada por la MS-13.

Los portones casi siempre permanecen cerrados, el peligro es más latente, sin embargo, son pocos los casos de extraños que frecuentan

estas colonias a sabiendas del control que ejerce allí la Mara Salvatruch­a.

Su primera casa

Por las calles del barrio Bella Vista de Comayagüel­a deambularo­n hace 27 años los primeros e inexpertos integrante­s de la Mara Salvatruch­a.

Este ha sido durante casi tres décadas uno de los vecindario­s representa­tivos de esta organizaci­ón. Estratégic­amente se establecie­ron en ese lugar porque en su momento dominaron los mercados San Isidro, las Américas, Galindo y Álvarez, todos ubicados en Comayagüel­a y colindante­s con Bella Vista.

Entre sus actividade­s delictivas están la extorsión, principalm­ente al rubro del transporte, la venta de drogas, el sicariato, robo de vehículos y trasiego de armas, entre otras. Solo en la capital se estima que influencia en al menos 80 barrios y colonias, en los que sus habitantes conviven en la línea entre la vida y la muerte

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FOTOS: EL HERALDO

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