Impunidad criminal

Dos crímenes ocurridos en la capital sacudieron a la sociedad la semana pasada: el de un universitario asesinado el miércoles 12 de los corrientes en El Pedregal y el de una jovencita -denominada como la “Messi” hondureña- ultimada en la salida a Valle de Ángeles dos días después.

El primer caso es, aparentemente, resultado de una desavenencia entre vecinos, de la que nadie está exento, por lo que es más preocupante y hace temer ante estos episodios de intolerancia extrema que no permite solucionar los problemas mediante la comunicación reflexiva y madura. Presuntamente se trató de un lamentable malentendido, pero que en ningún caso, sea verdad o mentira lo que generó tal discusión, se justifica tan fatal desenlace. Cuánto nos falta para aprender a respetar la vida de los demás.

Igual de perturbador es el hecho de que dos familias se hayan visto obligadas a huir para evitar correr la misma suerte del estudiante de sociología, a quien el “ofendido” -un presunto marerohabía conminado para que se fuera del lugar. No hacerlo le costó la vida. Más conmocionante resulta el hecho de que, como también han asegurado los parientes, se interpuso la denuncia de las amenazas recibidas, pero la autoridad nada hizo para brindarle protección.

El segundo es el de una jovencita de 18 años, delantera estrella de un equipo femenino de fútbol, que este año se graduaría bajo la modalidad de educación a distancia, y descrita por sus padres como estudiosa y hogareña. La sombra de las maras se cierne sobre este crimen, al igual que el anterior, pero con más preguntas que respuestas ya que no se sabe el móvil, que en el primero fue llanamente la venganza.

Mientras, el estribillo de siempre es que se están investigando los hechos, por los que aún no hay ningún detenido.

La Fiscalía y la DPI tienen la obligación de dar respuesta prontas. En criminología se dice que las 48 horas después de un crimen son cruciales para resolverlo. Han pasado entre 120 y 160 horas en ambos casos y seguimos esperando respuestas, lo que no avizora otra cosa que más impunidad