La dignidad de tener una casa propia
Mientras el salario mínimo más alto establecido en nuestro país es de 10,168.45 lempiras, la cuota mensual de una vivienda en venta en la capital oscila entre los 14 mil y 23 mil lempiras. Hacerse de una casa propia, por lo tanto, es una quimera considerando que, además de lo anterior, alrededor de 2.5 millones de hondureños están desempleados o subempleados. Y cada año unos 130 mil jóvenes se suman a la población en edad de trabajar, frente a los cien mil puestos aproximadamente que se generan en ese lapso.
Por otro lado, los elevados costos de una vivienda las vuelven inaccesibles para muchos hondureños que, aun con trabajo estable y un sueldo que sobrepasa al mínimo, no pueden cumplir con los requisitos salariales.
Según datos del INE, el déficit habitacional en Honduras es de 1.1 millones de unidades, sobre todo en Tegucigalpa y San Pedro Sula, mientras que más de 702 mil viviendas precisan mejoras o ser rehabilitadas. Ante este panorama, la ejecución de proyectos de vivienda social se plantea como una respuesta necesaria y urgente para suplir la demanda de un bien que no solo representa seguridad y estabilidad para una familia, sino que es una inversión fiable a futuro.
Expertos en la construcción estiman que se requiere construir unas 45 mil casas anuales durante las próximas dos décadas para suplir el déficit actual y atender la demanda que vendrá. Sin embargo, estamos lejos de llegar a esa cifra. En 2014, según datos de la Chico, se construyeron 20,800 casas, de las que 15,000 fueron proyectos sociales. Este año las obras de infraestructura vial han tenido el mayor protagonismo, que también son buenas para el país porque favorecen el turismo, la competitividad y el bienestar en general de la población. Sin embargo, la exclusión residencial debe ser vista como un problema que requiere atención.
Reactivar al sector vivienda impulsará también la construcción con la generación de más empleo, pero sobre todo dará esperanza a quienes están privados de ese derecho: la dignidad de tener una casa propia. La inversión privada es vital, pero la voluntad política es crucial