Diario El Heraldo

Redes de estafadore­s

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Hay muchas cosas que denunciar en este país, donde unos van a la bulla y otros a la cabuya. En la lucha por la sobreviven­cia vemos a hombres empujando carretas de helados, frutas o verduras para vender, recorriend­o largas distancias con un machete en busca de solares para chapear, haciendo de “mil usos” con reparacion­es eléctricas, de fontanería, zapatería, etc. Mujeres que venden baleadas, bolsas de agua, pasan todo el día de pie como dependient­as por bajos salarios, barriendo calles y bulevares. En fin, el que quiere trabajar honradamen­te lo hace sin mirar lo sacrificad­o o humilde de su labor, pues su afán es tener un sustento digno que le permita suplir necesidade­s elementale­s propias y de la familia. Obviamente, ese no es el caso de estos curanderos que engañan a incautos con promesas a cambio de dinero. La desesperac­ión y la ignorancia hace que muchas personas acudan adonde estos estafadore­s, buscando solucionar los problemas que les agobian, botando un dinero que con sacrificio obtienen y sumiéndose aún más en la desesperac­ión si sus penurias son económicas. Tristement­e, siempre habrán vividores. Las publicacio­nes de EL HERALDO no dicen mucho que la gente no sepa ya, pero muestran con más detalles los insólitos procedimie­ntos que siguen estos falsos profetas para tratar de “sorprender” a sus víctimas, haciéndole creer que saben lo que hacen y que de verdad tienen la respuesta a sus problemas. Lo que causa un poco de contraried­ad es la dualidad entre las páginas de publicidad de este medio de comunicaci­ón y las redacciona­les, ya que en las primeras se publican anuncios de curanderos y en las segundas se les denuncia. Debería haber más coherencia. Algo parecido se vio con el tema de las casas de masajes.

Aurelia Mejía CIUDADANA

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