Baja cobertura educativa rural
que la pobreza sea mayor y la cobertura educativa menor para la niñez en el área rural es una de las manifestaciones más lamentables de desigualdad social en nuestro país. Ambas son causa y efecto en un círculo vicioso que ha sido difícil de romper.
Según datos del INE de 2016, apenas cinco de diez menores (51.1%) tienen acceso a la educación en la zona rural, que registra la mayor concentración de trabajo infantil con 68.2%, en comparación a la zona urbana (31.8%), donde la cobertura educativa es de 64.7%.
Los datos oficiales señalan también que el promedio de años de estudio en el campo es de 6.5 para las mujeres y de 6.2 para los hombres, mientras que la media nacional es de 8.1 y 7.8, respectivamente.
Cambiar esta realidad en materia educativa es imprescindible si se quiere superar la situación en el campo que nos ubica como el segundo país de la región con más pobreza rural, según el estudio Política Fiscal y Desarrollo Rural en Centroamérica presentado el año anterior.
Para ello se deben abordar problemas como la falta de maestros que deriva en la unidocencia que prima en el área rural, donde un profesor atiende hasta a 50 alumnos, en vez de los 29 que es el promedio en el sistema educativo público.
La deficiente y escasa infraestructura educativa es otro factor que incide, así como el hecho de que los menores en el campo tengan que trabajar, en vez de ir a clases, para contribuir a la economía familiar.
Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en promedio los países de América Latina destinan en educación la misma parte de su PIB que los países desarrollados. Pero enfrentan graves rezagos y las habilidades técnicas son menores. Para revertir esa tendencia, que no es ajena a nuestra realidad y que tiene en el área rural una de sus más preocupantes manifestaciones, recomienda la contratación de docentes calificados y reducir la deserción.
El gobierno tiene el gran reto de poner en práctica estrategias eficaces y eficientes para aprovechar la única herramienta capaz de lograr una verdadera transformación social tanto en el campo como en la ciudad