Los hondureños ofrecieron una fiesta cívica en todo el país para honrar a la Patria que heredamos de nuestros próceres.
Desfiles Estudiantes de 73 centros educativos demostraron su amor patrio. Presidente llamó a trabajar con alegría por la tierra que soñaron los próceres
Solo el amor por una Patria libre, soberana e independiente es capaz de movilizar a los miles de hondureños que vivieron ayer de principio a fin los desfiles del 196 aniversario de emancipación política de Centroamérica.
A las 6:00 de la mañana, siete de 21 detonaciones de cañón estremecieron la capital, eran el anuncio de que una fiesta engalanada de civismo arrancaba.
El alcalde de la capital, Nasry “Tito” Asfura, leyó el Acta de Independencia al pie de la estatua del prócer Francisco Morazán Quezada en el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), junto a los presidentes de los tres poderes del Estado. El presidente Juan Orlando Hernández, en su mensaje, demandó seguir trabajando con alegría y pasión por la tierra que soñaron Morazán, Cabañas y todos los próceres. Además, defender a Honduras hasta el último hálito de vida, como lo hizo el indómito cacique Lempira. “Hoy celebramos el 196 aniversario de Independencia y lo hacemos con fervor patrio porque vivimos un momento especial en el país, ese sueño de construir una Honduras justa y de oportunidades, hoy estamos construyendo y viendo esos cimientos. Queremos construir una Honduras justa y con las mismas oportunidades para todos”, dijo el mandatario.
Mientras las autoridades culminaban los actos, más de 9,800 niños y jóvenes de 73 institutos públicos y privados de Tegucigalpa y Comayagüela vestían sus mejores galas para rendir homenaje a su Patria, Honduras.
Con una particular emoción, a las 6:45 de la mañana los alumnos del Instituto República de Francia se abrían camino por el bulevar Suyapa hacia el Estadio Nacional Tiburcio Carías Andino, mientras el Presidente, Juan Orlando Hernández, junto a su esposa Ana García y sus hijos escuchaban el coro de la Villa de los Niños.
Desde ese momento, el redoblar de los tambores de las bandas de guerra y los ritmos marciales desataron la algarabía con la tradicional “Sopa de caracol” y pegajosos temas de moda como “Despacito”.
Con su encanto, las palillonas arrancaron sonoros aplausos de los espectadores que se apostaron en toda la ruta del desfile y en el Estadio Nacional, que lució abarrotado, albergando a unas 40 mil almas.
Las pomponeras, indias bonitas, grupos artísticos, pelotones, cadetes, reinas de los institutos, mojigangas y las representaciones de Marca País también recibieron el calor de los hondureños.
El clima caluroso provocó que al menos unos 80 de los espectadores tuvieran que ser atendidos al sufrir desmayos por la insolación.
Cada uno de los institutos recibió del Comité Cívico Interinstitucional Permanente (CCIP) tres minutos frente al estrado principal para hacer el saludo a las autoridades, pero la mayoría se tardaba alrededor de cinco. Al mis-
mo tiempo, una comisión especial evaluó a las mejores bandas de guerra y marcia- les, palillonas, pomponeras, Cuadro de agua, suelo y bosque, pelotón y de Marca País, para premiarlos.
Como todos los años, el Instituto Central Vicente Cáceres fue el más esperado por los capitalinos, mantuvo al público sentado en las graderías del estadio esperando. Los alumnos del Central, que eran el colegio 73, llegaron casi a las 4:00 de la tarde con sus pegajosos ritmos, recibiendo una ovación general de los asistentes.
Las instituciones de seguridad también rindieron honor a la Patria, como la Policía Nacional y la Policía Militar del Orden Público (PMOP).
Mientras las Fuerzas Armadas (FF AA) mostraron su capacidad al simular operaciones contra el narcotráfico y los tradicionales paracaidistas, que este año trajeron entre sus filas a la subteniente Génesis Reyes, quien tuvo un salto perfecto