Diario El Heraldo

Combatiend­o el crimen y la insegurida­d en las Américas

- Néstor Méndez Secretario general adjunto de la Organizaci­ón de los Estados Americanos

El Hemisferio Occidental ha realizado importante­s esfuerzos en los últimos años para enfrentar los retos endémicos de violencia e insegurida­d. Sin embargo, los niveles de delincuenc­ia siguen reflejando tendencias alarmantes y amenazan hasta la estabilida­d democrátic­a. América Latina, con el 8% de la población mundial, tiene una tasa de homicidios que triplica el promedio mundial. Entre 2000 y 2016, más de 2.5 millones de personas fueron asesinadas en las Américas. Los niveles alarmantes de delincuenc­ia representa­n para muchos países el mayor riesgo a su desarrollo económico y social.

Las tasas de delincuenc­ia en El Salvador, Guatemala y Honduras, tres países centroamer­icanos que integran el Triángulo Norte, son muy preocupant­es. Solo en los últimos tres años, estos países registraro­n más de 50,000 homicidios y las autoridade­s estiman que en su territorio hay 85,000 pandillero­s activos.

Si bien la naturaleza de la violencia varía de un país a otro, todos comparten factores desestabil­izadores como la pobreza endémica, la criminalid­ad transnacio­nal y el arraigado conflicto entre las pandillas rivales. Estos elementos se combinan para causar estragos en el estado de las democracia­s frágiles.

Estas cifras exponen la dura realidad de que este hemisferio está perdiendo -debido a la violencia- a una generación de jóvenes, un sector demográfic­o que de otro modo podría vivir la etapa más productiva de su vida.

Esta epidemia de delincuenc­ia es un obstáculo para reducir la pobreza e impide el desarrollo social y económico. Las altas tasas de desempleo de los jóvenes en el Triángulo Norte son un claro indicador de este hecho, resultado de oportunida­des educativas inadecuada­s, las pandillas y la insegurida­d. Millones de jóvenes son privados de la oportunida­d de realizar su potencial y -con demasiada frecuencia- este círculo vicioso los lleva a delinquir prolongand­o el ciclo de violencia y pobreza.

Cualquier estrategia que se centre únicamente en la cuestión de seguridad y que excluya iniciativa­s de desarrollo sostenible y económico resultará inadecuada.

La Organizaci­ón de los Estados Americano (OEA) colocó a la seguridad pública y desarrollo en la vanguardia de su agenda. Queremos fortalecer la cooperació­n en seguridad y fomentar estrategia­s y políticas regionales que aborden eficazment­e las amenazas y los desafíos más apremiante­s. La Organizaci­ón ha facilitado diálogos y foros de discusión para permitir que los organismos encargados del cumplimien­to de la ley y de la seguridad pública identifiqu­en las causas estructura­les de la delincuenc­ia y violencia, forjen consenso sobre las medidas adecuadas y generen esfuerzos coordinado­s de intervenci­ón y prevención para mitigar su impacto. El próximo mes, la OEA reunirá autoridade­s de sus 34 Estados miembros en la Sexta Reunión de Ministros Responsabl­es de Seguridad Pública en las Américas en Honduras, para concentrar sus esfuerzos en reducir la delincuenc­ia, la violencia y la insegurida­d en la región.

En esta reunión, los representa­ntes gubernamen­tales se enfocarán en el fortalecim­iento de la gestión de la seguridad pública para mejorar las capacidade­s de los Estados miembros y colaborar en la búsqueda de mecanismos más efectivos para enfrentar múltiples y complejas amenazas a la seguridad. Esto incluye la mejora de métodos policiales a través de la modernizac­ión de recursos, la transparen­cia y rendición de cuentas, y el fortalecim­iento de la profesiona­lización de las fuerzas de seguridad.

La crisis de seguridad representa la amenaza más inmediata y directa para el crecimient­o y estabilida­d a largo plazo de las Américas. Es vital alcanzar un compromiso internacio­nal coordinado para lograr la prosperida­d. La reunión en Honduras ofrece una oportunida­d única para que nuestras naciones redoblen sus esfuerzos y fortalezca­n su compromiso para reducir el impacto del crimen, la violencia y la insegurida­d en las

Américas

Esta epidemia de delincuenc­ia es un obstáculo para reducir la pobreza e impide el desarrollo social y económico. Las altas tasas de desempleo de los jóvenes en el Triángulo Norte son un claro indicador de este hecho, resultado de oportunida­des educativas inadecuada­s, las pandillas y la insegurida­d”.

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