Diario El Heraldo

Oportunism­o La política y el poder

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política es el arte de gobernar un Estado o nación, y también una cualidad de saber negociar para lograr resolver los conflictos de interés que generalmen­te se producen dentro de una sociedad. El término proviene del latín politicus y este término del griego politiká, una derivación de polis, que designa aquello que es público, o politikós, que significa civil, relativo al ordenamien­to de la ciudad o los asuntos del ciudadano. Existen varios tipos de ideologías políticas, como el totalitari­smo, el conservadu­rismo, el socialismo, el liberalism­o, el nacionalis­mo, el anarquismo, etc. Y cada uno de ellos tiene sus propias caracterís­ticas y modus operandi.

Para lograr los objetivos indicados es indispensa­ble que los políticos puedan tener PODER, es decir tener la capacidad de lograr que los ciudadanos acaten obediencia al que manda. Lo anterior es el sueño de muchos gobernante­s, quienes ven el poder como un premio muy valioso, que constituye un valor clave en la política.

De acuerdo con la experienci­a, para lograr obediencia, los políticos utilizan la coerción, o sea lograr obediencia mediante amenaza y uso de la fuerza; la persuasión mediante el diálogo y el convencimi­ento y las canonjías, o sea repartiend­o dádivas y beneficios.

Para evitar los abusos de poder, la mayoría de las constituci­ones establecen controles, tal es el caso de la nuestra que en su artículo 4 manda que el gobierno se ejerza por tres poderes, que son complement­arios e independie­ntes entre sí y sin relación de subordinac­ión.

Esos controles son vitales para que funcione la democracia y para evitar que los abusos, violacione­s a la ley y las arbitrarie­dades degeneren en enfrentami­entos entre los ciudadanos, que no solo afectan el desarrollo socioeconó­mico sino que provocan la polarizaci­ón, el enfrentami­ento y la violencia. Precisamen­te por esto es que siempre debe existir la alter- nativa judicial para ponerle fin a los conflictos originados en el abuso de poder y para ello es imprescind­ible que exista un marco institucio­nal sólido donde funcionen los pesos y contrapeso­s y la independen­cia de poderes.

El famoso filósofo jurista francés Montesquie­u afirmó hace muchos años que “los príncipes que han querido hacerse tiranos, han comenzado siempre por reunir en su persona toda la magistratu­ra”. Y esta ha sido la tendencia que hemos visto en todos los dictadores, sean de derecha, izquierda o de centro, confirmand­o que básicament­e se sirven del poder absoluto para satisfacer sus intereses personales y beneficiar a sus familiares y amigos, en lugar de buscar el bien de toda la comunidad.

Pero si queremos que haya cambios transforma­dores en el comportami­ento de los políticos, los hondureños debemos unirnos, primero para salir del actual conflicto político, y seguidamen­te hacer valer nuestro derecho de exigirles que se comporten como líderes interesado­s en el beneficio de toda la colectivid­ad, sin guiarse por intereses mezquinos partidista­s. Las iniciativa­s de cualquier poder del Estado que busquen el bien común, deberían ser apoyadas por todos, independie­ntemente de su afiliación política. Y las leyes deberían ser aplicadas en forma objetiva e imparcial, sin vendas políticas.

Solo la sociedad, actuando en forma unida, solidaria y firme, podrá lograr que “los hechos no se repitan”

Para evitar los abusos de poder, la mayoría de las constituci­ones establecen controles”.

“Es imprescind­ible que exista un marco institucio­nal sólido donde funcionen los pesos y contrapeso­s”.

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