Perfiles
es como imaginar las cosas o los personajes. “He mejorado leyendo, porque uno también conoce más palabras o mira dónde van los acentos o con qué letras se escribe una palabra. Mi otra hermana es bien aplicada en las clases y lleva el segundo lugar en la biblioteca, se ha leído 322 libros. Dice que un día me va a alcanzar, aunque la verdad no competimos. Lo que puedo decir es que he leído todos los días de este año”.
Al preguntarle por qué es importante leer, ella dice que “los cuentos nos ayudan a entender, no es sólo fantasía. Yo he aprendido el respeto a las personas mayores, a hacer el bien y no el mal, todos los libros nos dan algo, nos dicen que debemos cuidarnos, dar ayuda, ser buenos”.
Ella dice que si tuviera una varita mágica “quitaría la pobreza y la violencia, que los niños no peleen, haría más bibliotecas, ya no habría venta de guaro (alcohol) y todo mundo se entendería”.
Comenta que el proyecto de bibliotecas “es lo mejor que hay en la comunidad y en la escuela” y que antes no soñaba tanto, pero que ahora sí. “Cuando sea grande quiero ser doctora y ayudar a las personas que más necesitan”, dice.
Las bibliotecas mágicas y creativas benefician a 9,601 niños y niñas en 84 comunidades. El 44% visita la biblioteca al menos una vez por semana; el 28% dos veces por semana, el 17% tres veces por semana y el 11% más de cuatro veces por semana. El 50% presta libros diariamente para llevar a su casa y el restante 50% presta libros el fin de semana para leer en casa. Del total de libros solicitados para llevar a casa, el 89% son préstamos realizados por las niñas y el 11% por los niños. 1,424 niños y niñas están integrados a grupos de literatura y arte como teatro, mimo, cuentacuentos, títeres, cines, poetas, narradores y dibujantes.
Amanda es un testimonio vivo del impacto de las bibliotecas del Proyecto “Fomentando la cultura lectora en niñas y niños de Lempira” que impulsa Plan International Honduras. Ella, junto a otras niñas y niños rompen paradigmas y arquetipos históricos que siempre determinaron y desestimaron a la niñez hondureña y los presentaron como “malos lectores”, lo que no es real, pues con oportunidades como las bibliotecas, las niñas y los niños se convierten en felices protagonistas del mundo