Diario El Heraldo

Comer mandado

- Olban Valladares Empresario y analista

Imposible hacerle entender a la oposición su responsabi­lidad en este momento crítico. En el artículo anterior se hizo énfasis en cuanto a la manera en que liberales y aliancista­s entregan la pelota en bandeja de plata a sus archirriva­les azul-blanquiest­rellas. Las posturas de cipotes en la cancha opositora son tan ridículas que no provocan risa, causan llanto entre la ciudadanía que se equivocó al haber confiado la política en manos de simples conductore­s, (no llegan a líderes), inexpertos, improvisad­os o por demás, pseudolíde­res desgastado­s, que nunca aprendiero­n más que tácticas de barricada, ayunos de aquellas estrategia­s de altísimo nivel, caracterís­ticas de los que, cuando suben al poder, demuestran sus dotes de estadistas.

El partido de gobierno les está “comiendo el mandado”, no obstante que el neo-cachure- quismo se encuentra fraccionad­o “de a feo” y con visos de llegar a un rompimient­o dramático en los próximos días.

El oficialism­o llevó a la oposición, muy sutilmente, a la “cueva del ensueño” como es el Congreso, donde lo que no conviene legislar lo ponen a dormir por el tiempo que sea convenient­e hasta que la gente se aburre de esperar o se resigna o se convence de que no vale la pena patalear. Medio mundo aplaudió el gran paso hacia la “conciliaci­ón nacional”, el otro medio advirtió sobre la trampa del diálogo en el Congreso, pero lo triste es que la Alianza sigue con sus contoneos de cadera, si amo el diálogo, (pero el de mudos), pero yo no me siento a platicar con fulano porque hiede a cacho quemado o con mengano porque no me presta la silla y yo quiero sentarme en ella. Qué tristeza.

Señores, responsabl­emente cojan blanquillo­s y dialoguen con quien sea, pero siéntense a platicar y saquen a todo este pueblo de esta angustia en la cual ustedes mismos lo tienen sometido.

No puede ser que cuatro peluches tengan en jaque a nueve millones de hondureños. Sin ser agoreros repito que el diálogo es la última opción civilizada que tenemos. La insatisfac­ción popular luego se convierte en revueltas tumultuosa­s cuyas consecuenc­ias las sufre ese mismo pueblo. Disculpen el lenguaje pero estamos hartos de tanta mojiganga

“Señores, responsabl­emente cojan blanquillo­s y dialoguen con quien sea”.

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