Comer mandado
Imposible hacerle entender a la oposición su responsabilidad en este momento crítico. En el artículo anterior se hizo énfasis en cuanto a la manera en que liberales y aliancistas entregan la pelota en bandeja de plata a sus archirrivales azul-blanquiestrellas. Las posturas de cipotes en la cancha opositora son tan ridículas que no provocan risa, causan llanto entre la ciudadanía que se equivocó al haber confiado la política en manos de simples conductores, (no llegan a líderes), inexpertos, improvisados o por demás, pseudolíderes desgastados, que nunca aprendieron más que tácticas de barricada, ayunos de aquellas estrategias de altísimo nivel, características de los que, cuando suben al poder, demuestran sus dotes de estadistas.
El partido de gobierno les está “comiendo el mandado”, no obstante que el neo-cachure- quismo se encuentra fraccionado “de a feo” y con visos de llegar a un rompimiento dramático en los próximos días.
El oficialismo llevó a la oposición, muy sutilmente, a la “cueva del ensueño” como es el Congreso, donde lo que no conviene legislar lo ponen a dormir por el tiempo que sea conveniente hasta que la gente se aburre de esperar o se resigna o se convence de que no vale la pena patalear. Medio mundo aplaudió el gran paso hacia la “conciliación nacional”, el otro medio advirtió sobre la trampa del diálogo en el Congreso, pero lo triste es que la Alianza sigue con sus contoneos de cadera, si amo el diálogo, (pero el de mudos), pero yo no me siento a platicar con fulano porque hiede a cacho quemado o con mengano porque no me presta la silla y yo quiero sentarme en ella. Qué tristeza.
Señores, responsablemente cojan blanquillos y dialoguen con quien sea, pero siéntense a platicar y saquen a todo este pueblo de esta angustia en la cual ustedes mismos lo tienen sometido.
No puede ser que cuatro peluches tengan en jaque a nueve millones de hondureños. Sin ser agoreros repito que el diálogo es la última opción civilizada que tenemos. La insatisfacción popular luego se convierte en revueltas tumultuosas cuyas consecuencias las sufre ese mismo pueblo. Disculpen el lenguaje pero estamos hartos de tanta mojiganga
“Señores, responsablemente cojan blanquillos y dialoguen con quien sea”.