La violencia en centros educativos
El sistema educativo público hondureño se ha visto impactado en las últimas semanas por actos criminales contra docentes y estudiantes perpetrados, presuntamente, por miembros de maras y pandillas. Dentro y fuera de las aulas de clase, la muerte ronda favorecida por la falta de vigilancia policial aún en los centros más conflictivos, como el Central Vicente Cáceres, el Técnico Honduras y el Saúl Zelaya Jiménez, por mencionar algunos solo en la capital. Es de esperar que, a raíz de los dolorosos y recientes hechos, durante algún tiempo retorne cierta paz a la que contribuirá la presencia de los uniformados. Pero el problema seguirá allí, listo para otra manifestación de violencia mientras las autoridades no lleguen a la raíz de este mal que amenaza a unos 180,000 estudiantes. Y es que no solo se trata de ver hacia el interior de los centros educativos señalados como vulnerables al clima de violencia, que incluye la extorsión, la trata de niñas y el tráfico de drogas, sino que se debe actuar, atacando, previniendo e investigando también en los barrios y colonias donde están asentados.
La situación que atraviesan algunos centros de enseñanza públicos es alarmante y lamentable, porque como si no fueran suficientes los cuadros de pobreza que existen en ellos está también la presencia de las maras y pandillas amenazando la vida de estudiantes y maestros.
Recordemos que esta problemática viene golpeando desde 2016 al sistema educativo y que se prometió desde entonces poner en práctica varias estrategias de seguridad que siguen en nebulosa.
Ya es hora de que las autoridades dejen de dormirse en los laureles de los logros alcanzados hasta ahora, como la reducción en la tasa de homicidios a 42.8 por cada cien mil habitantes, y que en su peor momento alcanzó los 90. Más que seguir alzando el trofeo de las vidas que se salvaron, que se concentren ahora en las que se siguen perdiendo y las que se deben proteger. La violencia y la criminalidad siguen siendo tan elevadas que los hondureños esperan ver todavía una correlación entre los millonarios recursos que se pagan por seguridad, así como la ayuda que proviene del exterior, con los resultados en el combate de esos flagelos que desangran al país