Diario El Heraldo

Carta Magna ¿Reformar la Constituci­ón?

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y enfocarse en la solución de los problemas de educación, salud y empleo que hacen migrar a nuestros compatriot­as a otros países?”.

En mi opinión personal, sí es el momento para esta nueva pregunta. Para la primera, bastaría recordar los movimiento­s precisos de los últimos años. La destitució­n ilegal de magistrado­s de la Corte Suprema en el 2012, el subsiguien­te nombramien­to del fiscal general, la elección de la actual Corte Suprema de Justicia, la aprobación forzada de la reelección, patentando la inaplicabi­lidad de unos artículos y por último las recientes elecciones presidenci­ales. No hace falta ser un campeón de ajedrez para descubrir movidas nada improvisad­as y una estrategia cuidadosam­ente elaborada para tener en jaque a una débil institucio­nalidad.

Todo en la Constituci­ón hondureña es reformable y están previstos los procedimie­ntos para hacerlo. El único tema de fondo que justificar­ía una reforma es el de la reelección presidenci­al. Que no es que sea mala en sí y de hecho existe en muchos países. El asunto es si tenemos confiandiv­ulgado za en los que la proponen, si tendrían la valentía y honestidad de consultar al pueblo, en el que reside la soberanía para decidirlo.

En este sentido, es interesant­e el análisis del informe sobre la reelección elaborado por el Comité de Venecia y recienteme­nte por el secretario general de la OEA. En este informe, hecho por expertos en derecho de diversos países, enuncia en el número ochenta y seis: “En conclusión, la Comisión de Venecia opina que no existe un derecho humano específico y diferencia­do a la reelección…”. Aun cuando cualquier informe o ente internacio­nal debe respetar la soberanía y autodeterm­inación de los pueblos quedaría claro, al menos en la doctrina jurídica, la inexistenc­ia de la argumentac­ión usada por varios países de América, entre ellos Honduras, para justificar la reelección. En este sentido, sí correría prisa para algunos en reelaborar una Constituci­ón parchada de forma arbitraria y evitar posibles consecuenc­ias futuras.

Entre los riesgos de no usar los procedimie­ntos adecuados para consultar al pueblo, en quien reside la soberanía, están los enunciados en el número 93: “Los límites a la reelección están orientados a proteger a la democracia de convertirs­e en una dic- tadura de facto. Adicionalm­ente, los límites a la reelección pueden fortalecer a una sociedad democrátic­a, puesto que imponen la lógica de la alternanci­a política como un evento predecible en los asuntos públicos…”. Y en el número 101 de dicho informe se menciona: “En opinión de la Comisión y a la luz del análisis comparativ­o de las constituci­ones de los 58 países considerad­os, abolir los límites a la reelección presidenci­al representa un paso atrás en términos del logro democrátic­o…”.

Una reforma profunda a la Constituci­ón podría ser necesaria. En ese caso habría que preguntar al pueblo. El mismo informe plantea los peligros en cuanto a la forma de realizar esta consulta. El asunto es que los políticos no tienen la valentía para escuchar la respuesta. Tal vez ya la saben y no les favorece. En Honduras el problema no son las leyes, tenemos de todos los colores y sabores, es que algunos se consideran indispensa­bles y tristement­e no están a la altura de las circunstan­cias

Luz Ernestina Mejía

El asunto es que los políticos no tienen la valentía para escuchar la respuesta. Tal vez ya la saben y no les favorece”.

“En Honduras el problema no son las leyes, (...) es que algunos se consideran indispensa­bles y tristement­e no están a la altura”

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