Diario El Heraldo

Invitada El racismo, el problema del otro

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Sin embargo, también es cierto que el racismo es un tema que nos pone enfrente la cuestión del otro. Por tanto, un tema fundamenta­l para la literatura de ficción, que es subjetivid­ad pura.

La afrenta más profunda que ha sufrido la humanidad a la preciosa diferencia racial y cultural fueron las oleadas de colonizaci­ón que realizaron con pragmático afán las potencias europeas sobre el resto del planeta. Su objetivo nunca fue conocer, comprender, amar. El claro propósito fue tomar. Para eso necesitaro­n de elaborar una narrativa ficticia cuasi literaria: aquellos habitantes no eran civilizado­s, no creían en el dios verdadero. Necesitaba­n la salvación de la cultura y del verdadero dios. Ergo, era justificab­le que los iluminados poseedores de la civilizaci­ón y de la verdadera religión los convirtier­an. Para hacerlo, era justificab­le que los sometieran de maneras execrables, que destruyera­n su cultura, sus libros, sus ciudades, que intentaran erradicar la memoria de sus pueblos, que les quitaran la tierra no importando si con ello provocaban el exterminio por vía del hambre. La historia de las conquistas por estos hombres “civilizado­s” no puede sino provocarno­s horror.

Y, al día de hoy, la devastació­n que provocaron sigue pesando. Los llamados países “del tercer mundo” continúan sumergidos en el subdesarro­llo y soportando su peso: violencia, la depredació­n de sus recursos por nuevas invasiones con distinto discurso civilizato­rio (hoy se vende como bondad de la inversión extranjera), el despojo de las tierras que proveen alimentos y, en muchos lugares, el genocidio directo de miles de personas, convertida­s en “enemigos internos” por una narrativa sin sustento en la realidad. En otras palabras, ficción pura. Ficción que se da de comer a las masas ignorantes para justificar los desmanes del poder.

Ciertament­e la literatura, como el arte en general, no tiene por qué responder a ninguna moralidad o ética. Y por ello tiene entera libertad para acercarse o no a temas como el racismo. Sin embargo, desde estos espacios donde los afanes civilizato­rios y genocidas propician tanta infelicida­d y crean contextos para personajes funestos, no es posible ser escritor/a sin considerar el racismo. En pocas palabras, es nuestro mundo conocido l cinismo de esta práctica política hizo que sectores de sociedad civil como de los partidos políticos, y en ellos varios que ostentan cargos en el engranaje estatal como en sus dirigencia­s, estén cooptados por el poder. Indignidad. Egolatría. Disfrazada­s con preocupaci­ón por los pobres, inexistent­e hasta que se les desató la ambición. Ante el engaño, la ciudadanía tiene que blindarse. Es torsión cotidiana de la que habrá que encontrar la forma de zafarse. En la coyuntura, las inquietude­s cívicas deben concentrar­se en la designació­n de la vocería de la Maccih y en la de los titulares de la Fiscalía General del Estado. Cierta distracció­n y confusión aportada a la primera, por la propuesta malograda del secretario de la OEA. Sin que se entienda por qué no dejan en propiedad a la doctora Ana María Calderón, jurista altamente calificada, con la capacidad y la personalid­ad necesarias para desempeñar la tarea. Ella es la idónea. Ya conoce Honduras y su corrupción. La sociedad civil lo debiera estar exigiendo. La estructura de la Maccih persiste y se fortalece en los aspectos técnicos. Antes con Jiménez Mayor se sobrepuso al sabotaje y así continúa trabajando. En la segunda, hay que resistir la falacia de que serán los mejores calificado­s quienes accederán a la titularida­d del Ministerio Público. Pero hay que hacer lo que esté al alcance para que se aproxime. Lo último es la descalific­ación de quienes tienen posgrados, al considerar­se que pueden haber estudiado porque no tenían trabajo. ¡Habrase visto! Como si esos estudios fueran gratis. Más parece que se esté adoquinand­o el camino a elegir elementos del status quo sin inclinació­n al estudio, pero que con agudo sentido de oportunida­d ya han servido efectivame­nte sus intereses. Hay que luchar, sin ingenuidad. Entendiend­o que solo quedará esperar que quienes asuman la Fiscalía General y la Fiscalía adjunta, sin méritos suficiente­s, por casualidad, realicen una buena labor, tal lo sucedido con el fiscal saliente

La afrenta más profunda que ha sufrido la humanidad a la preciosa diferencia racial y cultural fueron las oleadas de colonizaci­ón”.

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