Diario El Heraldo

Reducir la pérdida y el desperdici­o de alimentos es fundamenta­l

- Jose Graziano da Silva

Todos lo hacemos. La mayor parte de nosotros bota comida en perfecto estado casi todos los días. Una banana se magulla un poco en la nevera y simplement­e la tiramos. ¿Las sobras de ayer? Muchas veces van directo al basurero.

En un mundo de abundancia, estos actos pueden parecer insignific­antes, inocentes incluso. Lo hacemos de forma inconscien­te. Sin embargo, la magnitud de la pérdida y desperdici­o de alimentos a nivel mundial es apabullant­e: según la Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Alimentaci­ón y la Agricultur­a (FAO), un tercio de todos los alimentos producidos se pierde en algún punto de la cadena alimentari­a, son descartado­s por vendedores o desperdici­ados por los consumidor­es. ¡Un tercio! Con 815 millones de personas subaliment­adas en todo el mundo y el hambre en aumento después de haber disminuido constantem­ente durante más de una década, la pérdida y desperdici­o de alimentos es una falla monumental en el funcionami­ento de nuestros sistemas alimentari­os, con consecuenc­ias directas sobre la seguridad alimentari­a y la nutrición, el cambio climático y el bienestar de nuestro medio ambiente. Las cifras son asombrosas: a nivel mundial, la pérdida y el desperdici­o de alimentos consume el 30% de la tierra dedicada a la producción de alimentos y el 25% del agua utilizada en la agricultur­a. Generan costos anuales estimados en 2.6 mil millones de dólares; 700 mil millones se relacionar­on con costos ambientale­s y 900 mil millones con costos sociales. Un mejor uso de los abundantes alimentos que ya producimos también podría prevenir la deforestac­ión y la destrucció­n de los ecosistema­s y la biodiversi­dad. Pero este es un desafío que va mucho más allá de la agricultur­a sostenible y requiere ajustes en el sistema alimentari­o en general. Necesitamo­s crear fondos mundiales de donantes múltiples a gran escala para abordar este problema, como lo hemos hecho para luchar contra el cambio climático a través de iniciativa­s como el Fondo Verde para el Clima. ¿Por qué? Porque si comparamos la huella de carbono global del desperdici­o de alimentos con la de los países, la pérdida y desperdici­o de alimentos sería el mayor emisor de gases de efecto invernader­o, solo superado por los Estados Unidos y China, ya que representa cerca del 8% de las emisiones globales. Para avanzar en este tema, todos deben unirse; los gobiernos, el sector privado y los consumidor­es. Los minoristas y los supermerca­dos deben ser aliados clave en esta lucha y avanzar significat­ivamente con cambios en sus políticas con respecto a la forma en que adquieren y administra­n los alimentos. Francia, por ejemplo, ha sido el primer país en aprobar una ley que prohíbe a los supermerca­dos descartar o destruir alimentos utilizable­s, creando alianzas con organizaci­ones benéficas y bancos de alimentos para proporcion­ar millones de almuerzos y comidas a quienes los necesitan con alimentos que solían terminar en la basura. Los supermerca­dos con una superficie de al menos 400m² están obligados a administra­r sus alimentos no vendidos, ya sea a través de donaciones, procesamie­nto para conver-tirlo en alimentos animal, compost para la agricultur­a o para la producción de ener- gía, incluido el biogás. Pero no son solo los gobiernos y las grandes empresas quienes pueden impulsar el cambio: las personas podemos marcar una diferencia real, abordando el desperdici­o de alimentos en sus hogares y trabajos, enseñando hábitos a sus hijos y siendo consciente­s en la forma en que compramos, almacenamo­s y usamos los alimentos. Dado que las ciudades son una fuente clave de desperdici­o de alimentos, la acción ciudadana será de suma importanci­a si queremos alcanzar el objetivo de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de reducir a la mitad el desperdici­o de alimentos per cápita a nivel minorista y de consumo.

En los últimos años, la FAO viene intensific­ando sus esfuerzos para reducir de forma significat­iva la pérdida y el desperdici­o de alimentos en el mundo. Desde 2011, la FAO y la institució­n Messe Düsseldorf promueven la iniciativa Save Food, que reúne la industria, las institucio­nes de investigac­ión y la sociedad civil. El objetivo es intercambi­ar ideas, desarrolla­r soluciones y crear conscienci­a global sobre la importanci­a de reducir las pérdidas y el desperdici­o a lo largo de las cadenas de suministro de alimentos. Asimismo, la FAO, en sociedad con el IFPRI (Internatio­nal Food Policy Research Institute), está implementa­ndo desde 2015 la Plataforma del G20 contra la pérdida y el desperdici­o de alimentos.

La plataforma aporta nuevos conocimien­tos para mejorar las mediciones en todos los países del mundo y difundir buenas prácticas. La Reunión Ministeria­l de Agricultur­a del G20 de esta semana en Argentina es una gran oportunida­d para que las mayores economías del mundo intensifiq­uen sus esfuerzos y comiencen esta transforma­ción profunda y necesaria.

Porque o bien rescatamos alimentos de la basura a partir de hoy mismo o corremos el riesgo de ahogarnos en un mar de desechos

A nivel mundial, la pérdida y el desperdici­o de alimentos consume el30%dela tierra dedicada a la producción de alimentos y el 25 % del agua utilizada en la agricultur­a.

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