Diario El Heraldo

¡Narcoperio­distas!

Verdades Si la agenda gringa no tiene atrasos, las cosas se pondrán difíciles para otros diputados que tienen mucha cercanía con influyente­s periodista­s tirados de honestos

- Octavio Carvajal

Los capos tienen cúmulo de brazos. Usan personas de “alta suciedad” y de todo estrato para satisfacer sus gustos. Todos hablan de políticos narcos, de abogados para “legalizar” lo inmundo.

Los tentáculos del mundo narco no solo rozan a políticos, empresario­s y personas comunes y corrientes en cualquier parte del mundo, también toca las tripas de periodista­s y Honduras no es la excepción. La Oficina para el Control de Drogas (DEA, siglas en inglés) está investigan­do a cronistas locales embarrados con narcotrafi­cantes presos en el imperio.

Antes y después de que Los Cachiros y otros carteles de la droga cayeran por las malas o por “las buenas” (al modo gringo) nada bueno aguardaba a la “clase política y empresaria­l” del país. Empero, no solo gran parte de sus estrellas está hasta el gorro con los capos. El cachiro Devis Leonel confesó en Estados Unidos que abogados y periodista­s eran sus aliados.

Reyes

Estos grupos criminales hicieron lo que quisieron por más de dos décadas con la venia de políticos, financiero­s, militares, policías, jueces, fiscales y un pilón de palancas. Tocaron la puerta en burós legales y micrófonos para pulir los encargos sin traba alguna. Un andamiaje que les valió vivir como reyes a todos. Poner un presidente era como soplarle un pelo al lobo.

Convite tras convite al son de ricos mercados, orgías en casonas de narcos y de políticos. Pactos efímeros y, de pronto, otros sagrados que se rompieron con la llamada “ley de extradició­n”. La puñalada hizo rodar cabezas de la cocaína. Previo a las extradicio­nes, mil muertes y secuestros por traiciones. Cayeron políticos, empresario­s, abogados y periodista­s. Así se confirma lo que está y seguirá sucediendo.

Tres años retratando a estos personajes a través de numerosas letras que hieren las barrigas de unos y hacen saltar de alegría a otras en medio de intrigas y de venganzas. Pinchar a narcos es literalmen­te un acto suicida frente a sociedad exigente que casi nunca muestra un ápice de gratitud por los riesgos personales al escribir o atacar al crimen organizado.

Pulgas

Los capos tienen cúmulo de brazos. Usan personas de “alta suciedad” y de todo estrato para satisfacer sus gustos. Todos hablan de políticos y empresario­s narcos, de abogados para “legalizar” lo inmundo. Sin embargo, en esa tarima también están periodista­s. Devis Leonel admitió que liquidaron a unos por infieles y estorbos; otros se salvaron, pero… quedan pendientes.

No urge revelar sus nombres, aquí todos nos conocemos. Cada quien es garante de sus pasos. “Hay caminos que al hombre le parecen de salvación y son de muerte”, reza un pasaje bíblico que muchos ignoran por la ceguera de sus codicias. “El ambicioso por su propia ambición caerá”. ¿Se habrá equivocado Dios? En pasillos políticos y empresaria­les soñaron que las extradicio­nes no seguirían. No deliren más, están muy errados.

Un pedido fresco de los gringos tiene con pringapié a ciertos actores criollos. Para la DEA es vital su confesión. Unos periodista­s podrían estar “durmiendo” con los ojos abiertos. Anduvieron de cachetes embarrados hasta en campañas políticas. Volaron helicópter­os de norte a sur, de este a oeste. Son queridos de banqueros y de expresiden­tes.

Llamada

Si hay políticos y empresario­s narcos también hay narcoperio- distas. ¡Tranquilos! El azote vendrá del norte sin compasión.

Por el litoral hay un “comunicado­r” que se encargaba de quemar a colegas, de mandarlos al patíbulo, mientras por el norte y por el centro del país están otros que son lleva y trae. Aleros incondicio­nales del bajo mundo, protegidos de grupos oscuros liados a la política. Hay “empresario­s” que son sus cómplices. Pasan de festín en festín. Así son felices.

Si alguien tiene dudas que se comunique con la DEA o ausculte quiénes están listos para volar tarde o temprano a Estados Unidos. Nuestra petición es para aquellos que son patrones del mal. Aún hay mucha tela que cortar. Si tenemos políticos y empresario­s narcos también hay narcoperio­distas. Los gringos caminan o corren según lo que les apura.

Unos curiosean ¿Quiénes siguen? ¿Verdad que ya no hay más? ¡Tranquilos! El azote vendrá del norte sin compasión. Por más que pidan clemencia no escaparán. Si tenemos narcoperio­distas pues llévenselo­s. El caiga quien caiga no debe tener mimos de ningún tipo. Aquí nadie es más que nadie a menos que don Julián Pacheco se deje endulzar por cronistas narcos y lavanderos

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FOTO: EL HERALDO El ambicioso por su propia ambición caerá y en el gremio todos se conocen.

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