Alerta: matrícula escolar en picada
Que la matrícula en las escuelas y colegios públicos cayera en los dos últimos años es quizá una de las noticias más alarmantes que se han publicado por estos días.
Es una noticia que en cualquier país del mundo habría disparado las alarmas del gobierno y la sociedad en todos los niveles, porque quienes no están teniendo la oportunidad de ir a un centro educativo son los niños, las niñas y los jóvenes de menos recursos económicos, quienes viven en hogares en condiciones pobreza y pobreza extrema. Los excluidos de la sociedad.
Un informe de la Secretaría de Educación al que tuvo acceso EL HERALDO establece que entre 2017 y 2018 la matrícula en las escuelas y colegios públicos registró una disminución de 32,199 estudiantes. El informe cita otro dato alarmante, el de la deserción escolar. Señala que solo el año pasado fueron 60,000 estudiantes los que abandonaron las aulas de clases sin que las autoridades y docentes adoptaran un mecanismo eficaz para retenerlos.
La deserción, según los especialistas en materia de educación, ha estado ligada a temas como la inseguridad ciudadana, la violencia organizada, la migración, el embarazo adolescente y la pobreza.
Es por eso que el tema requiere una atención integral y una decisión clara desde el Estado para garantizar a sus ciudadanos condiciones iguales de enseñanza, sin importar su clase social.
Lo primero es conformar de manera urgente una estrategia para traer nuevamente al sistema educativo a quienes no lograron una matrícula, así como a quienes, no importando las causas, han desertado del mismo.
El Estado no puede permitir que ninguno de sus niños y jóvenes en edad escolar esté fuera del sistema de enseñanza, expuestos a las redes delincuencias, a los grupos de violencia organizada y sin oportunidades para romper el círculo de la pobreza en que nacieron. A la par, debe garantizar que la escuela pública les brindará una educación de calidad y con ello las herramientas que les permitan soñar con oportunidades que les permitan mejorar las condiciones de vida propias y de su familia