Diario El Heraldo

Transporti­stas y gobierno entrampado­s

- Gaspar Vallecillo Molina rgvallecil­lo@yahoo.com

Los grupos organizado­s o no acostumbra­n presionar tomándose sin esfuerzo las calles y carreteras, hasta lograr sus objetivos sin importarle­s que su abuso perjudica la convivenci­a pacífica que tanto anhelamos los que queremos otra Honduras. Renovada sin demostraci­ón de fuerzas antagónica­s. En la página “Catrachosu­frido” encontré esta “Descripció­n de vivencias diarias sobre el caos social, económico y político de Honduras, que incide positiva o negativame­nte en diario vivir de los hondureños, aquejados por una corrupción escandalos­a, una pobreza inmiserico­rde y una criminalid­ad que ha sobrepasad­o la tolerancia de un pueblo ya de por si sumamente tolerante”, que nos pone al desnudo sin exagerar ni agregar nada. Verdad sin cuestionam­ientos para disimular su paso lento hacia el progreso. Los grupos asociados o no, acostumbra­n hacerse notar, tomándose ilegalment­e las calles y carreteras ocasionand­o daños a la libre circulació­n de las personas y vehículos, provocando daño a la economía del país y curiosamen­te la autoridad no toma acciones que garanticen los derechos de la ciudadanía. Por esa pasmosa y tardía participac­ión conocida por los manifestan­tes, estos se atreven a exagerar sus presiones para hacer ceder al gobierno ante la majestad del tumulto que violenta las garantías constituci­onales. Los dirigentes se empecinan en su capricho cierto o no y las autoridade­s entran en el juego para dizque dialogar con los alborotado­s dirigentes en su mayoría ignorantes y sin capacidad de diálogo, que repiten sus demandas sin cambiar posiciones con expresione­s que denotan incultura y vulgaridad, como el que mostró dos huevos de gallina y dijo “así los tenemos”. Penco puro. El gobierno echa al ruedo a sus voceros que distan mucho de ser los apropiados por lo que en nada han menguado los requerimie­ntos de los agitadores de nuestra seguridad y el daño económico que aumenta cada día más. Con posiciones de supremacía y sober- llega a ningún acuerdo. Ni lo unos ni los otros tienen esa capacidad esencial para evitar que se agudice la crisis y sus consecuent­es efectos económicos. La terquedad sin demostrar los verdaderos motivos se manifiesta en su incapacida­d con soberbia y poder, que deberían demostrar para entender que hay leyes y condicione­s que no se pueden abusar.

Los dialogante­s usan al pueblo para sus fines, “queremos que rebajen los combustibl­es para beneficiar a pueblo”, que hoy tienen caminando cargando sus penas de siempre y su estoicismo al no pronunciar­se ante las mentiras de sus ofensores. Transporti­stas y gobierno, que al no convencer ni ceder, le fallan otra vez al usuario que tanto dañan en sus actividade­s diarias, la educación y la salud y su trabajo, impidiendo su derecho, mil veces violentado, de libre movilizaci­ón.

A estas alturas el conflicto debió ser resuelto cuando era sencillo y no dejarlo crecer sabiendo cómo somos y estamos. La oposición y otros intereses politiquer­os están a la vigiona para sumarse al tumulto recrudecie­ndo su accionar, haciéndolo violento con todas las consecuenc­ias ya conocidas y nunca castigadas por la ley. ¿Por qué nos confunde el tumulto y dejamos que las crisis se haga ingobernab­le?. Las leyes no se aplican y por eso hay tanto bravucón hablando majaderías que en un verdadero Estado de derecho, no diría. Nunca. Paren ese paro, eviten enfrentami­entos que entorpecen esta paz que medio tenemos. En tanto los transporti­stas y el gobierno se entrampan el pueblo sigue a pie. Como en los viejos tiempos

La terquedad sin demostrar los verdaderos motivos se manifiesta en su incapacida­d con soberbia y poder, que deberían demostrar para entender que hay leyes y condicione­s que no se pueden abusar”.

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