Las graves agresiones a la prensa
Los miembros de la Policía Nacional han sido protagonistas en los últimos tiempos de graves violaciones a la libertad de expresión e información en Honduras. La última de estas agresiones la protagonizaron el miércoles contra un grupo de periodistas, y hasta defensores de los derechos humanos, que daban cobertura a una protesta de miembros del Movimiento Estudiantil Universitario (MEU), a inmediaciones de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH).
Los miembros de la prensa fueron atacados sin causa justificada, más que la de ejercer su trabajo: informar de los hechos que ocurren a diario en el país. El uso desmedido de la fuerza quedó evidenciado en videos y fotografías de los periodistas agredidos. Esta nueva violación se da en momentos en los que se encuentra en el país una delegación de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para conocer la situación y el estado de los derechos humanos a nivel nacional.
La salvaje agresión en contra de los miembros de la prensa, entre ellos el fotógrafo de EL HERALDO, Emilio Flores, es inadmisible.
El Estado hondureño se ve obligado a revisar estas acciones y ordenar una investigación que concluya con el castigo de los responsables de estos hechos.
La impunidad no debe seguir prevaleciendo en este y otros casos, como el asesinato de casi 70 periodistas y comunicadores sociales ocurridos entre 2001 y 2018.
Para nadie es desconocido que uno de los baluartes de la democracia es el respeto irrestricto a la libertad de expresión e información, y ese debe ser el norte de las autoridades hondureñas, por eso, las agresiones contra la prensa deben parar y el Estado debe garantizar la libertad que requieren los periodistas para hacer su trabajo.
Honduras ocupa la posición 140, entre 180 países, en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa de Reporteros Sin Fronteras publicada en 2017, pero si se mantienen las agresiones contra la prensa como hasta ahora, será difícil que el país salga de tan ignominiosa posición