Diario El Heraldo

El RNP y las fallas de origen

- José Adán Castelar Periodista

Es que desde que empezaron lo hicieron mal: dejar el Registro Nacional de las Personas en manos de políticos fue un desastre; lo convirtier­on en herramient­a electoral, lo viciaron, envilecier­on, corrompier­on, asfixiaron. Y si ahora con la intervenci­ón pretenden mantener la manipulaci­ón y el control partidista, qué les puedo decir que ustedes no intuyan.

Quizás fue el ambiente politizado, cuando se creó el RNP a finales de los ochenta, que hizo la repartició­n política del nuevo organismo y lo condenó. Veníamos de regímenes militares deplorable­s y los partidos políticos aparecían como el nacimiento de una nueva esperanza democrátic­a. En 1984 fundaron la institució­n, pero dependient­e del Tribunal Nacional de Elecciones, ¿entonces?

Hay un larguísimo antes: allá por 1880, el presidente Marco Aurelio Soto, en un país destrozado por la guerra civil y enzarzado por el odio, la maldad y la muerte, logra la aprobación de una nueva Carta Magna, que incluía un novedoso Registro Civil, el primero; y aunque no viene al caso, pero para ambientar, lo que a muchos no gustó (y no gusta ahora) ordenó seculariza­r los cementerio­s, la supresión de las órdenes religiosas, las primicias, cofradías, diezmos y votos eclesiásti­cos.

El asunto es que por más de 120 años todos los nacimiento­s, matrimonio­s, uniones de hecho, adopciones, divorcios, naturaliza­ciones, reposicion­es y defuncione­s se inscribían en el Registro Civil, que pertenecía a cada alcaldía municipal; allí un secretario lo anotaba con letra remilgada en un libro gordo enumerado y era un incordio ir a pedir una copia textual.

Tampoco es que ahora sea pan comido, ya sabemos, empieza con problemas para estacionar­se, litrampean,

Quizás fue el ambiente politizado, cuando se creó el RNP a finales de los ochenta, que hizo la repartició­n política del nuevo organismo y lo condenó”.

La actitud de algunos empleados le da mala fama al RNP, como reservorio de los partidos políticos, algunos trampean, falsean, corrompen”.

diar con la necedad de los tramitador­es que bullen por todos lados, tratar con empleados que no intentan ser amables todos los días, encontrar la ventanilla para las actas de nacimiento, no hay material plástico para la cédula de identidad, quién entrega el certificad­o de defunción, y si el problema ya requiere un trámite extra, un análisis jurídico, o algo así, ni hablar.

La actitud de algunos empleados le da mala fama al RNP, como reservorio de los partidos políticos, algunos falsean, corrompen. No se trata solo del personal viciado, naturalmen­te hay buenos trabajador­es; eso sí, al menos sus más de mil cuatrocien­tos tienen un salario para salvar a su familia, de lo contrario tendrían que buscarse la vida o abultar los niveles de desempleo y pobreza.

Durante el Imperio Romano se instituyó un organismo para registrar a los soldados, lo mismo hicieron otras autocracia­s y, más tarde, con la expansión del catolicism­o en la Edad Media, se abrie- ron procesos registrale­s de bautizos en iglesias y monasterio­s; hasta que la Francia de Luis XVI, bajo presión popular, tuvo que apelar a la laicidad, crear el registro civil y darle validez jurídica, para diferencia­rlo del militar y el religioso. Varios siglos después, los políticos descubrier­on que era una mina.

Si recordamos que tener una nacionalid­ad es el numeral 15 de la Declaració­n Universal de los Derechos Humanos y que el RNP es el encargado de garantizar­nos eso, si pensamos que cada trámite legal que hacemos precisa la cédula de identidad, si consideram­os que nuestra existencia social o nuestra inexistenc­ia en el mundo se inscriben en esta institució­n, entonces valoraremo­s que ese organismo va más allá de una copia del padrón electoral.

Por eso y más, esperamos que esta intervenci­ón del RNP consiga el suficiente influjo de la sociedad civil y la comunidad internacio­nal (penosament­e hay que acudir a ella) para expulsar la avaricia y la indecencia política

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