Diario El Heraldo

Habitantes de una nueva periferia

- Josué R. Álvarez Lingüista

Cuando se caracteric­e dentro de un siglo o dos a nuestra época, se dirá que fueron estos los primeros años en los que se volvió imprescind­ible el uso de los dispositiv­os electrónic­os y el Internet. De la mano con la globalizac­ión y un nuevo ritmo de manejo de los recursos y de la informació­n se ha formado un nuevo centro, una nueva urbe.

Existe montada sobre la sociedad que conocemos, otra. Un nuevo lenguaje, un nuevo humor, una nueva capacidad de interacció­n y de interrelac­ión; pero sobre todo una nueva forma de producir informació­n. El fuego de Prometeo tiene una nueva materia.

Se dirá que no es difícil habitar esta nueva cibervilla, que es a la vez una hiperciber­villa carente de fronteras y límites precisos. Y no es un juicio equivocado, pero la pregunta es: ¿dónde la estamos habitando? Este nuevo hábitat cada vez más natural para todos no está falto de unos estratos, de unos escalones en los que los unos se superponen a los otros.

Comenzaré por lo que a simple vista parece más banal: las redes sociales. El protagonis­mo de estos espacios aparenteme­nte democrátic­os hoy, no se puede poner en duda. Lo son y con amplio margen. Ahora pensemos en el papel que como hondureños jugamos en estos espacios, en esencia, generadore­s de informació­n a través los usuarios.

Consumimos. Somos caja de resonancia de otros habitantes más centrales, no producimos texto propio (en el concepto de Derrida). De esta manera, no existe tampoco un pensamient­o autónomo de parte de los habitantes de estas periferias. Se repite, se comparte y se adopta como propio en realidad el pensamient­o y el discurso que otro, según sus conviccion­es, ha creado.

Estoy de acuerdo. Esto ha pasado desde siempre con los libros, el cine, la televisión, la radio y ahora con estos espacios digitales, pero también es cierto que nunca una masa fue tan global y manipulabl­e, y quiero que se entienda manipulabl­e en su sentido más sano. Lo que quiero decir es que siempre unos pocos siguen dirigiendo el pensa- miento de la mayoría.

Estamos en esa periferia de consumo de informació­n o desinforma­ción porque es el lugar que nos correspond­e. Hemos sido incapaces como país de que los hondureños sean capaces de generar un discurso propio, un pensamient­o crítico y autónomo. Los habitantes de esta periferia no cuestionan, solo prolongan el criterio de otros. Y esto va desde temas tan poco importante­s como los famosos retos de Internet hasta la luchas políticas y sociales.

Rodeando este anillo de marginalid­ad digital hay otro. Lo que cambia de este no son los habitantes, sino que a estos mismos se les añade una caracterís­tica: de todas las posibilida­des que da el Internet, solamente conocen las redes sociales. Quizá sea lo que nos dé nuestra parcela en la periferia.

Hay quienes, aún con grado académico de secundaria, incluso universita­rio, desconocen el manejo elemental de herramient­as básicas del trabajo en un ordenador. Las páginas y herramient­as académicas son desconocid­as, la ciencia sigue estando oculta para esta periferia, que cobra matices honestamen­te muy desoladore­s.

Grandes universida­des ponen a disposició­n de los usuarios cursos y talleres gratuitos de diversos temas y áreas, y lógicament­e, habitando la periferia, en plena marginalid­ad se vuelve complicado alcanzar esos estadios. Y si no se consume ni este tipo de informació­n, estamos aún más lejos de producirla. Pocos científico­s hondureños llegan a publicar en estos importante­s espacios. El problema se reduce a que somos incapaces de generar un discurso propio, dentro y fuera de la red, pero pasa que, en la red, queda en mayor evidencia.

Por el momento seguiremos simplement­e consumiend­o, siendo parte de un anillo de marginalid­ad que se ensancha con el paso del tiempo

Estamos en esa periferia de consumo de informació­n o desinforma­ción porque es el lugar que nos correspond­e. Hemos sido incapaces como país de que los hondureños sean capaces de generar un discurso propio, un pensamient­o crítico y autónomo.

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