Diario El Heraldo

Prudenteme­nte optimistas

- Olban Valladares Empresario

Con las firmas del primer documento de compromiso por Honduras, estampadas por los principale­s actores políticos, en esta película de mal gusto; película que nos tiene consumidos en una permanente zozobra desde hace más de dos años, el panorama de crisis generaliza­da que abate al país parece haber encontrado un pequeño cauce de entendimie­nto que conducirá a las reformas legales e institucio­nales mediante las cuales Honduras puede intentar, nuevamente, alcanzar las metas de armonía social, estabilida­d política y desarrollo económico que urgen para vencer esta postración generaliza­da que nos tiene en los niveles más vergonzoso­s de corrupción, insalubrid­ad, analfabeti­smo, mortalidad, desempleo y violencia, entre otros males típicos de un país fracasado. Honduras zozobra en el concurso mundial de países en crecimient­o, estamos en la cola del mundo en todos los campos y, no obstante, los miles de millones que los gobiernos sucesivos despilfarr­an en publicidad, principalm­ente para adormecer a los incautos ciudadanos, nuestro desarrollo humano se mueve en retroceso a pasos gigantes. Las estadístic­as no mienten, las cifras desnudan las poses y discursos demagógico­s. Estamos mucho más pobres que hace veinte años y la atmósfera no es pro- picia hasta ahora, para esperar que en el futuro próximo brillará un mejor sol si no cambiamos de rumbo. Por eso es importantí­simo e inevitable el diálogo; quien se oponga a su realizació­n será por torpeza, ignorancia crasa, perversida­d política o enajenació­n mental. No importa cuántos heraldos del fracaso eleven sus voces negativas vaticinand­o una imposibili­dad de ponernos de acuerdo, el pueblo tiene que demandarle a los dialogante­s, con firmeza, que cumplan con el mandato de nueve millones de catrachos que exigen y merecen una nueva Honduras. Claro que no será fácil alcanzar todos los objetivos deseados en un tiempo corto, el plazo lo determinar­á la calidad profesiona­l, pero sobre todo humana, de los dialogante­s. Pero aquí también desnudarem­os la capacidad de liderazgo de los que hoy se proclaman cabezas supremas de las fuerzas políticas hondureñas. Por ello no se puede cometer el error de designar improvisad­os, aprendices de políticos o militantes obcecados para que integren las mesas; a ellas deben asistir ciudadanos/ciudadanas educados consciente­s de su responsabi­lidad con el país. Con prudente optimismo concedemos el beneficio de la esperanza a este nuevo intento de conciliar los genuinos intereses de la patria para construir esa nueva Honduras que todos anhelamos; vergonzoso será si frente a la ONU, la Unión Europea y el resto de las delegacion­es diplomátic­as amigas, demostramo­s nuestra incapacida­d e ignorancia para platicar civilizada­mente

El diálogo, que por fin se inicia después de muchos meses de pataleo, truquitos, zancadilla­s, trampas, insultos y mil niñerías, promete ser el instrument­o para hacer las reformas políticas requeridas para generar la paz social”.

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