Diagnóstico clínico de salud
El desfalco al IHSS, el caso Pandora, Caja chica de la dama, entre otros tantos actos de corrupción; los casos de este maldito mal en Honduras parecen interminable y la lista es aún cada vez más larga, pero ¿qué está pasando?, ¿qué hacen las pseudoautoridades con miras a paliar este cáncer?, y ¿qué hacemos como población al ver que poco a poco nos dejan en la calle y queriendo privatizar la salud pública? Solo son preguntas retóricas.
En cambio, hoy por hoy, la propagación del virus de la corrupción ha alcanzado a la Secretaría de Salud. La pandemia inmune del robo después de arrasar la salud privada del IHSS y devasta ahora con el sistema sanitario, dejando en los pasillos de hospitales y centros de salud al país entero en la peor calamidad moral de las últimas décadas.
El Consejo Nacional Anticorrupción (CNA) presentó ante el Ministerio Público (MP) una denuncia que revela otra red de corrupción que operó en la Secretaría durante los períodos 2009-2014. Los 471 expedientes que constituyen las órdenes de compra en un millonario fraude en 17 departamentos, así como diferentes hospitales del país, regiones departamentales y metropolitanas a nivel nacional. El CNA emplaza a los operadores de justicia ante las presuntas ti- pologías penales de fraude, violación a los deberes de los funcionarios y asociación ilíci- ta a un total de 329 personas que se desempeñaron en una función pública, otros que actualmente son empleados de la estatal y otras instituciones gubernamentales. Esta peste ha atacado el sistema nervioso de la población vulnerable, con la incidencia y la velocidad delictiva y organizada, alterando la función cerebral del Estado e involucrado en la patogénesis de la enfermedad del delito.
No cabe duda que son células malignas que proporcionan soporte para las unidades políticas que constituyen la sangre de la democracia, y ayuda a la circulación cerebral de la impunidad. Estas son sumamente importantes en el mantenimiento de suministro de nutrientes al tejido cerebral de los cabecillas y testaferros de la corrupción. Estas bacterias viven de los gobiernos, que se alimentan de la política, nacen y crecen en estas redes criminales donde se reproducen con rapidez y luego suelen morir en impunidad.
El robo no solo lesiona el nervio de la nación, se lesionan varios, porque existiendo numerosas causas de muy distinta naturaleza: el delito inflamatorio, donde abulta su capital, corrupción degenerativa, que sus acciones delictivas son de un proceso continuo, sin importar cambios de legislatura. La corrupción en Honduras es una enfermedad autoinmune, causada por el sistema inmunitario, que ataca las células del propio Estado. El sistema se convierte en el agresor y ataca y destruye a los propios órganos y tejidos e instituciones del gobierno, en vez de protegerlos.
Este es el mecanismo de acción de las redes de la mafia, cuyo fármaco más usado como test diagnóstico en la calamidad hospitalaria es: falta de presupuesto, crisis y fatiga a los pacientes de la opinión pública, le administran intravenosa de edrofonio que produce una calma inmediata y transitoria.
Tratamiento: debe ser de justicia, condena, no medidas terapéuticas donde cada semana llegan a firmar el libro de la impunidad. El tumor maligno del saqueo de los dineros del Estado botín, aquel que es tomado por verdaderos grupos y mafias delincuenciales a fin de sustraer las arcas públicas del país en su provecho, este se puede tratar con plasmaféresis e inmunosupresores; sin embargo, la mejor es eliminarlo: con voluntad y una rectitud de jueces y fiscales. Este es el diagnóstico certero y lamentable de la Secretaría de Salud
No cabe duda que son células malignas que proporcionan soporte para las unidades políticas que constituyen la sangre de la democracia, y ayudan a la circulación cerebral de la impunidad”.