Cuatricentenaria capital
Respecto a su etimología, el geógrafo William Davidson, comparando documentos coloniales que se refieren a la villa minera y comercial con diversas variantes lingüísticas y las opiniones de estudiosos, comparte el criterio de Mario Felipe Martínez, quien rechaza el generalmente aceptado “cerro de plata”, favoreciendo “lugar donde se reúnen los señores”. “Él razona, lo que parece apropiado, que antes de la llegada de los españoles las poblaciones indígenas de Honduras no trabajaban minas de plata, por lo tanto no pudieron haber usado ese término”.
Contamos con estudios históricos acerca de sus orígenes, trayectoria, consolidación como principal urbe hondureña, el más reciente debido a la colega Daniela Navarrete con su tesis doctoral. Útil su guía “Tegucigalpa a pie”, para el viajero. Poetas, pintores, músicos, la inmortalizan en sus creaciones. Entre los primeros: José Joaquín Palma, Juan Ramón Molina (“Río Grande”), Augusto C. Coello, Guillermo Bustillo Reina, David Moya Posas, Pompeyo del Valle, Claudio Barrera, Roberto Sosa. Sus cronistas: Antonio R. Vallejo, José Reina Valenzuela, Leticia de Oyuela, Nahúm Valladares, Carlos Arturo Matute, celosos custodios de su memoria. Marco Antonio Rosa la plasma en sus novelas cargadas de añoranzas.
Gracias a las gestiones de Jubal Valerio y el Centro de Arte y Cultura de la UNAH, dirigido por la historiadora Olga Joya, Comayagüela experimenta un activo renacimiento. El primero gestionó con empresarios de la Calle Real la remodelación de sus negocios, la segunda convoca a sus pobladores, niños, jóvenes, adultos a participar en eventos culturales: danza, exposiciones, presentación de libros. La revista del CAC aporta inéditas investigaciones.
Capital hondureña a partir de 1880, “por ahora”, según reza el decreto emitido por el presidente Soto, ha experimentado guerras fratricidas y sitios: 1894, 1924. Los cerros circundantes, por su valor estratégico, fueron arduamente disputados por atacantes y defensores. Policarpo Bonilla, con el apoyo de tropas nicaragüenses, la capturó e instauró gobierno provisional, derrocando a Vásquez; la coalición Carías-tostaferrera venció a las fuerzas gubernamentales encabezadas por Zuñiga Huete, tras feroces combates.
El golpe de Estado de 1904, de Manuel Bonilla, el primero del XX, encarceló a varios diputados, disolviendo el Congreso.
El intento de golpe de Velásquez Cerrato, el derrocamiento del régimen villedista por López Arellano, la represión tras el golpe de Estado del 2009, el resultado electoral del 2017, son otras páginas sangrientas de su ayer lejano y cercano.
Si el 1905 círculo por sus calles el primer automóvil, conducido por Julio Villars, hoy las congestiones provocadas por miles de vehículos dañan la salud de la población con la contaminación sónica y atmosférica; su crecimiento urbano, caótico, carece de planificación, en tanto que las migraciones rurales forman cinturones de miseria y violencia. La deforestación prosigue implacable, la inseguridad, los dramáticos contrastes entre opulencia y abyección, constituyen tendencias alarmantes. Así llega a sus 440 años de existencia
Capital hondureña a partir de 1880, ‘por ahora’, según reza el decreto emitido por el presidente Soto, ha experimentado guerras fratricidas y sitios: 1894, 1924. Los cerros circundantes, por su valor estratégico, fueron arduamente disputados por atacantes y defensores”.