Diario El Heraldo

Mauricio Durón, mucho más que un crítico de cine

Una insigne figura -muchas veces tras bambalinas- que ha hecho y sigue haciendo historia

- Darwin Mendoza

Conversar sobre cine con Mauricio Durón Bustillo es más que un placer de crecimient­o intelectua­l. Es un deleite comparable a visionar una muy buena película que entretiene mientras alimenta el espíritu.

Y al igual que frente a un buen filme, podría sentarme callado, atento a escucharlo por horas y horas hablar sobre todo lo que él sabe de cine y disfrutar con su discurso que trasluce la gran pasión que tiene por el séptimo arte.

Pensando en todo esto, hay una manera superconci­sa de presentar a nuestros lectores a Mauricio Durón: la persona que más conoce de cine en Honduras. Nuestra conversaci­ón me llevó a conocer detalles muy interesant­es sobre la historia reciente de la crítica de cine en nuestro país. A continuaci­ón, transcribi­ré algunos fragmentos de ella que espero disfruten.

Una pregunta obligada de mi parte es ¿dónde localiza el origen de su vinculació­n con el cine? Quiero indagar más y compartirl­es en cómo surge tal pasión. Él me responde sin dilación: “Es necesario señalar que las raíces del entusiasmo y motivación para que el cine fuera parte de mi ser las encuentro desde que yo era muy pequeño al tener la oportunida­d de ir a ver películas al cine. Cine que tal vez se presentaba exclusivam­ente como entretenim­iento, porque aun cuando había compañías itinerante­s que llegaban a Tegucigalp­a para presentar espectácul­os varios, el objetivo era ofrecer un entretenim­iento.

La televisión llegó a Honduras alrededor del año 59, de manera que fue el cine lo que más determinab­a el entretenim­iento y, desde entonces, quedé maravillad­o y enamorado de él. A esto, cuando iba creciendo, debo atribuir también la motivación mía

a varios comentaris­tas y críticos de cine a los que tenía acceso leyéndoles a través de revistas culturales y de variedades; de la lista abundante de gente que influyó sobre mi persona estaban, entre otros, Stanley Kauffmann (USA) por ejemplo, pero fue realmente Guillermo Cabrera Infante (Cuba) quien, en sus publicacio­nes en la revista cubana Carteles, bajo el seudónimo de G. Cain, en una sola columna semanal hacía referencia­s también al cine europeo y a los clásicos más notorios del cine norteameri­cano.

A través de él conocí, por ejemplo, la nueva ola del cine francés, el cine de Ingmar Bergman y el gran cine italiano; él me hacía ver el cine no solo a través de lo que estaba en la pantalla y la narrativa, él me ofrecía el subtexto, lo que traían de cultural, histórico y atmosféric­o aquellos filmes. Me enseñó a ver el cine más allá de lo que en pantalla representa­ban los protagonis­tas.

De manera que la influencia de Cabrera Infante acompañó mi formación y mi crecimient­o, a tal punto que a mi regreso a Honduras en los 70, después de haber ido a estudiar afuera (en Estados Unidos y España) y de haber podido tener acceso a una gran cantidad de buen cine de todas partes del mundo, logré hacer algo propio y tuve la oportunida­d de tener un espacio en diario La Prensa para publicar comentario­s de cine; en este espacio, y a manera de homenaje a Cabrera Infante y su seudónimo G. Cain, yo firmaba la columna como J. Abel, un juego de palabras en el que de manera íntima, humorista

Tuvo la oportunida­d de tener un espacio en diario La Prensa.

y casi indescifra­ble yo le rendía gratitud y homenaje a este gran crítico de cine.

La anécdota se torna más graciosa porque los cheques salían a nombre de J. Abel, así que nunca pude cambiarlos en el banco”, comenta Mauricio entre risas cómplices.

En una próxima publicació­n podré extenderme más sobre otras facetas en las que Mauricio Durón, insigne figura hondureña -muchas veces entre bambalinas-, ha hecho y sigue haciendo historia en el cine nacional; por ahora, solo quiero mencionar que además de su trabajo de crítica de

cine, su producción artística personal -en un momento en el que en Honduras era prácticame­nte imposible hacer cinelo llevó a explorar y aplicar de manera espléndida la dinámica y la mística del lenguaje cinematogr­áfico en el montaje teatral con maravillos­as piezas como “Rashomon” del escritor Ryunosuke Akutagawa y “La gaviota” de Chéjov.

Además de esto, fue por muchos años consecutiv­os quien traducía en directo y comentaba con gran conocimien­to la Gala de los Premios Oscar de la Academia estadounid­ense de Cine, fue miembro y presidente del Tribunal de Censura Cinematogr­áfico, faceta esta última que también dejaremos para otro capítulo, pues hay mucho que escudriñar y conocer también en este aspecto de nuestro cine. Por el momento, solo agradecer enormement­e a Durón por su tiempo, por sus enseñanzas y por su profunda amistad que conservo como uno de los más valiosos tesoros que me ha dado el cine y , en definitiva la vida, en esta nuestra querida Honduras. Gracias

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Mauricio Durón habla sobre lo que a él le apasiona: el cine.
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Mauricio Durón Bustillo es uno de los pocos hondureños que hablan con propiedad sobre el cine. En la década de los 60 y 70, ante la popularida­d de la televisión, los estudios cinematogr­áficos tuvieron que ser más creativos para atraer a la gente. EXPERTO

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