Diario El Heraldo

Irresponsa­bilidad compartida

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Que los niños vayan en esas columnas de migrantes hacia Estados Unidos es una irresponsa­bilidad compartida entre los padres de esas inocentes criaturas y las institucio­nes estatales responsabl­es de proteger a la niñez. Si bien es cierto la migración es un derecho humano, y los niños pueden salir del país siempre y cuando vayan acompañado­s de sus padres, el Estado tiene la obligación de proteger a los menores contra todo tipo de riesgos y así lo dice el artículo 119 constituci­onal.

Igualmente el artículo 24 del Código de la Niñez establece que la dignidad forma parte de la personalid­ad de los niños y que es deber de todas las personas velar por el respeto de tal derecho y por la protección de ellos contra cualquier trato inhumano, violento, aterroriza­nte, humillante o destructiv­o...

Asimismo, el artículo 93 de esta misma legislació­n manda a que el gobierno adopte las medidas que sean necesarias para prevenir y, en su caso, sancionar, las amenazas o las violacione­s a los derechos de los niños.

Entonces no hay excusas. Nadie debe voltear el rostro hacia otro lado para no ver el peligro a que se están exponiendo decenas de niños que viajan con sus padres en esas caravanas hacia el norte, que tienen connotacio­nes de una manipulaci­ón política e ideológica que nadie quiere investigar.

Las autoridade­s de Estados Unidos, la semana pasada, fueron muy claras con los presidente­s del Triángulo Norte sobre que ningún migrante indocument­ado atravesará sus fronteras y que deben tomar medidas para evitar los éxodos.

Igualmente, México advirtió a unas 1,200 personas que hace cinco días salieron de San Pedro Sula rumbo a Estados Unidos que nadie podrá ingresar sin visa a territorio mexicano.

Si cada día las fronteras se cierran a la migración irregular, qué está haciendo el Estado hondureño para evitar que la gente intente -ya sea individual o grupalment­e- llegar a Estados Unidos exponiendo su vida y la de sus pequeños hijos a la brutalidad del clima y a los peligros del camino. Escuchar y mirar hacia otro lado es omisión

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