Cicerón: Yo le había tomado un aprecio como un padre adoptivo
Cruzó el Atlántico en un vuelo de más de 16 horas continuas, desde Madrid hasta San Pedro Sula, para despedirse de María Estela Izaguirre, a quien consideraba como una hija.
Cicerón Álvarez, un ecuatoriano nacionalizado español con quien EL HERALDO dialogó, es el propietario de la vivienda en la que residía la hondureña.
“Ella tenía unos ocho días que no llegaba a la casa porque ella tenía un trabajo a doble jornada, día y noche. Pero justamente ese día llegó su reemplazo y salió libre”, narró.
“Yo llegué del trabajo como a las 11:30 de la noche (miércoles), ella estaba en una terraza (restaurante) debajo de mi casa, comiéndose una pizza, ella me llamó para invitarme a comer pizza, ella la estaba compartiendo con mi hija, Mariluz (otra hondureña) y su novio Didier”, contó.
Cicerón prosiguió diciendo que “a la 1:30 de la mañana subimos a dormir, me despedí de mi hija y cuando me estoy sacando los zapatos, siento que la puerta se abre y se cierra, o sea, ella se fue de la casa con el novio, a dormir a la casa de él”.
Pero María y Didier regresaron de nuevo a la casa de Cicerón, al parecer para recoger algún objeto.
“Parece que las llaves de la casa del novio se les habían olvidado, al regresar se encontró con Mariluz que se estaba duchando y comenzaron a platicar y a escuchar música en la habitación”, dijo el amigo de María, eso como a las 2:00 de la mañana. “En ese momento Mariluz se va para el baño y Estela y Didier comenzaron a discutir entre ellos, cuando Mariluz escucha: ‘Mariluz, ayúdame que Didier me está matando’, entonces Mariluz salió del baño y encontró a Didier con el cuchillo en la mano y Estela herida”, recordó. Cicerón Álvarez manifestó que “ella tenía cuatro años viviendo en mi casa y yo le había tomado un aprecio como un padre adoptivo”