Católicos en expiación por profanar iglesia
Portavoz de la Conferencia Episcopal, Juan Ángel López, consideró que la profanación al templo de Marale es reflejo de la polarización social
Las oraciones continuarán y la comunidad de católicos de Marale seguirá pidiendo perdón por aquellos que profanaron el templo religioso que data de más de 130 años. Aunque otras iglesias han sido objeto de ataques y saqueos, nunca se había cometido un acto sacrílego como el acontecido en el santuario de este municipio la semana pasada .“la comunidad católica de mara le está pidiendo perdón porque la han atacado y por lo tanto la reacción nuestra es comola que ha pedido el santo padre frente a los ataques del enemigo, del acusador, del padre de la mentira respondemos con oración y penitencia”, mencionó a EL HERALDO el portavoz de la Conferencia Episcopal de Honduras (CEH), Juan Ángel López. Agregó que “el ataque es contra el mismo Señor porque ahí lo que estaba presente es el cuerpo del Señor Jesús y, por lo tanto, es un ataque contra Él; es una situación lamentable, muy dolorosa que ojalá nunca más se repita”.
De acuerdo con el testimonio del presbítero de Marale, Mauricio Mayorga, la noche del jueves pasado irrumpieron en el templo del cual robaron el copón (copa grande de metal utilizada en el culto católico) y dejaron tiradas, pisoteadas hasta en el interior de una alcancía las hostias consagradas. Ade- más, inescrupulosos que aún no han sido plenamente identificados sustrajeron parte del equipo de sonido, documentos antiguos, llegando al extremo de hacer sus necesidades fisiológicas dentro del recinto religioso dedicado al Cristo Negro. El hecho causó asombro y repudio entre los pobladores que demandaron se investigue para dar con el paradero delosresponsables, quienes quedarían excomulgados.con la presencia del vicario de la Arquidiócesis de Tegucigalpa, Carlo Magno Núñez, se celebró el domingo anterior una eucaristía en este templo den- tro de los 40 días de expiación que se decretaron en la comunidad ubicada al norte de Francisco Morazán.
Vencer el mal
“Nosotros no vamos a devolver mal por mal, no es lo propio, vencemos el mal a fuerza de bien, así que vamos a demostrarles a estos que nosotros al contrario de llenarnos y cargarnos de odio aunque nos ataquen, nuestra respuesta es desde el amor, oramos por ellos y pedimos perdón de ellos”, detalló el miembro de la CEH a EL HERALDO. Informó que en todas las parroquias que perte- necen a la Arquidiócesis de Tegucigalpa se ha hecho una oración de desagravio para pedir perdón. Esa plegaria es la enseñada a los videntes de Fátima, la cual subraya “¡Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo! ¡Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan, no te aman!”, precisó el sacerdote. Planteó que “lamentablemente es una doble combinación la que estamos viviendo en Honduras, nos están educando para el odio, llevando al odio, a marcar más las diferencias que las cosas que nos unen”. “El otro elemento que puede ser un componente puede ser el fanatismo, porque este tipo de acciones puede prevenir de personas fanáticas contrarias a la iglesia”, resaltó el padre López. Consideró que esta no es una señal de los últimos tiempos, ya que a lo largo de la historia de la Iglesia Católica han ocurrido estos incidentes y Honduras no es la excepción, donde quizá no han salido a la luz pública a través de los medios de comunicación. “De oficio debería actuar la Fiscalía y Policía en consonancia, es decir, indistintamente, más allá de que nosotros perdonamos porque eso es lo propio del que cree, también somos conscientes de que se ha cometido un crimen”, sostuvo el eclesiástico. Reiteró que “si se da con el paradero de los responsables que la justicia actúe, hay una violación de objetos y de cosas sagradas, es un acto xenófobo, de odio contra la religión y fe”. El sacerdote pidió a los católicos de toda la nación que no dejen de orar ni tampoco pierdan las esperanzas por los recurrentes ataques del enemigo a la Iglesia, mismos que denotan su desesperación
Álvaro Mejía
Más de cien años de antigüedad tenían algunas piezas robadas de la iglesia.