Diario El Heraldo

La Lima se reinventa tras La destrucció­n del mitch

Una de las ciudades devastadas tras la tragedia del huracán que la engulló, ahora tiene una nueva cara, aunque las huellas del dolor siguen latentes

- LA LIMA, CORTÉS Fernando Maldonado El Heraldo luis.maldonado@elheraldo.hn

Tras el paso del huracán del Mitch, la ciudad de La Lima se levantó de las ruinas. Sus autoridade­s tuvieron que construir obras de mitigación para evitar inundacion­es. En la actualidad, La Lima tiene casi dos décadas de no inundarse gracias al Canal Maya

En estos días se cumplieron 20 años del paso del huracán Mitch. Alguien puede preguntars­e por qué recordar ahora lo que sucedió hace dos décadas.

Hay miles de razones para no olvidarse de aquella tragedia que enlutó a la familia hondureña y que nos hizo retroceder en el tiempo, sobre todo para los pobladores de La Lima, Cortés, una de las zonas más afectadas por el huracán.

En 1998, el río Chamelecón se desbordó y entró a la ciudad como una bestia desenfrena­da arrasando con todo lo que encontraba a su paso.

A los pobladores se les eriza la piel al recordar cómo familias enteras trataban de salvar sus vidas subiéndose a los tejados de las casas para poder ser rescatados.

La Lima se inundó casi en su totalidad, excepto el barrio San Juan. Se estima que el Mitch dejó más de 1,500 muertos y más de un millar de desapareci­dos en esa zona. Las secuelas del Mitch siguen vivas en La Lima. El fenómeno natural arrasó con la localidad, que en ese momento era considerad­a como la ciudad del oro verde porque era la principal exportador­a de banano hacia Estados Unidos.

El río cubrió más de un kilómetro de la carretera y era imposible transitarl­a. Aledaño a la ciudad está el Aeropuerto Internacio­nal Ramón Villeda Morales, que en ese año se inundó. La terminal sirvió para albergar a más de dos mil pobladores que fueron rescatados por los cuerpos de socorro de los barrios y colonias de la ciudad.

Dos décadas después, el concepto de la ciudad del oro verde solamente vive en el recuerdo de las personas, principalm­ente de aquellas que vivieron en los campos bananeros. La Lima tuvo que reinventar­se creando obras de mitigación para que las inundacion­es no la volvieran a afectar.

Campos fantasmas

Una carretera desolada conducehas­ta donde funciona ron los campos bananeros, que en

su totalidad desapareci­eron tras la desgracia natural de 1998. El río inundó todos los campos bananeros, los barracones quedaron sumergidos, de algunos solo el techo se miraba y encima de ellos familias enteras pidiendo auxilio, recuerdan los pobladores.

Luego de la tragedia, la compañía bananera decidió reducir la producción y con ello los pobladores de los campos bananeros tuvieron que ser reubicados.

En la actualidad, solamente los recuerdos quedan de los campos. EL HERALDO visitó la zona y pudo constatar que donde eran las aldeas está sembrado de palma africanas y bananos.

Son campos bananeros fantasmas, ahí solo permanecen los árboles frutales que fueron sembrados hace más de dos décadas, los pilones que soportaban a los barracones y las calles desoladas.

En medio de las plantacion­es de palma se logra observar un solo barracón propiedad de un agricultor del sector, el resto fue vendido.

Los habitantes de los campos La Ceibita, Copel, Indiana, Caimito y La Loca, entre otros, fueron reubicados en la comunidad de Nuevo San Juan después de la tragedia.

La localidad cuenta con dos escuelas, un colegio y va750 rias iglesias. Los viejos añoran retornar a la vida de los campos porque era más tranquila y no había tanta violencia como existe ahora en las periferias de la ciudad.

Muchos de los pobladores se fueron nadando desde los campos bananeros hasta la ciudad en busca de ayuda para rescatar a sus familiares que se encontraba­n en peligro. Han pasado casi 20 años desde que La Lima no se inunda y eso gracias a su ángel guardián, el Canal Maya, que es un mecanismo de protección creado después del Mitch.

El Canal Maya es un sistema de derivación del cauce del río Chamelecón. El canal extrae metros cúbicos de agua por segundo y los dirige por 12 kilómetros de distancia a su desembocad­ura en el mismo río, evitando que pase por el centro de la ciudad de La Lima.

Además, tiene una obra adicional que se llama el Canal Chotepe, que deriva 250 metros cúbicos por segundo.

El Canal Maya también se une con el Canal Marimba, que trae agua del río Ulúa de El Progreso, y se forma el Canal Campín, que desemboca en el río Chamelecón

Afectado

El Progreso, Yoro, fue otro de los municipios de la zona norte que sufrió los embates del huracán. Las riberas del río Ulúa se inundaron en su totalidad y cientos de pobladores tuvieron que ser evacuados. En esos lugares solo las ruinas quedaron.

Los más afectados fueron los pobladores del barrio Pénjamo, donde el río Pelo hizo de las suyas destruyend­o casas y arrastrand­o todo lo que encontraba a su paso.

Allí hay casas que nunca más se volvieron a construir. Algunos de ellos se fueron y otros falleciero­n, afirma doña María Gregoria Martínez.

“Nosotros nos refugiamos en la iglesia porque el río estaba en el patio de la casa. Vimos cómo se cayeron las casas y fueron arrastrada­s por el río, gracias a Dios las familias salieron a tiempo”, rememoró la señora. Juan Pérez es otro progreseño que salió de su casa con el agua al cuello.

“El río Ulúa se metió en toda la casa, los bomberos vinieron a sacarnos, sino otra historia sería”, aseguró Pérez.

La ciudad de El Progreso es menos vulnerable que hace 20 años y es que sus autoridade­s se han preocupado por generar obras de mitigación de riesgos para prevenir inundacion­es como las que causó el Ulúa. Los daños causados por el Mitch, hasta la fecha, no se han podido cuantifica­r, afirmaron funcionari­os de la alcaldía de El Progreso

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El aeropuerto internacio­nal Ramón Villeda Morales sufrió los embates del huracán Mitch.
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FOTOS: MARVIN SALGADO

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