Concertación en el borde del abismo
Roger Marín Neda
Ludwig Erhard, ministro de economía y después canciller de Alemania (19481963), recuperó la economía de su país y recogió el orgullo nacional entre los escombros de la derrota. Es considerado uno de los mejores economistas de todos los tiempos.
Alguien le pidió una definición sencilla de economía política. “No hay economía, solo hay política”, fue la sorprendente respuesta.
Se supone que Erhard no se refirió a la economía como ciencia, sino como práctica de gobierno: el técnico recomienda y el político decide; el administrador implanta, pero según las directrices del político. Trastocar este orden nunca queda sin castigo. Así de grave es el oficio del poder, aunque muy pocos políticos se den cuenta.
Es así que la gerencia de un país demanda decisión del gobernante y cooperación de todos. El riesgo social de la exclusividad es excesivo.
Se supone que para reducirlo están los llamados pesos y contrapesos de la vieja democracia.
Como no pesan mucho, y contrapesan menos, la democracia asigna hoy a la oposición parte de aquellos pesos fallidos, para equilibrar el uso del poder mediante la vigilancia crítica de la gestión gubernamental.
Esta es mejor verdad en situaciones extremas. Entonces, mientras la emergencia es superada, el gobierno y la oposición deben colaborar, concentrar todas las energías del país en la protección de sus intereses permanentes.
Una depresión económica mundial es esperada para 2021, en tanto que nosotros, como van las cosas, avanzamos hacia un conflicto político interno que podría estallar durante las elecciones generales de ese año, si antes no hay acuerdos políticos sobre elecciones, reelecciones, economía y otros incordios.
el informe de su reciente reunión anual, el Fondo Monetario Internacional observa un deterioro insistente de indicadores cruciales de la economía mundial, que congelará el crecimiento de las grandes economías. En su lenguaje oblicuo y sigiloso, el informe hace veladas advertencias, que el gobierno y la oposición en Honduras deberían ya considerar como realidades.
Dice el Fondo que “la expansión es menos equilibra- economías grandes ya haya tocado máximos. Los riesgos para el crecimiento mundial han aumentado en los últimos seis meses y la posibilidad de sorpresas positivas se ha disipado”. Es decir, adiós a las ilusiones de informes anteriores. La gran locomotora de la economía global, EUA, se queda rodando hacia adentro.
Hay hechos nuevos que empeoran las cosas, como la guerra comercial de EUA de EUA a la Unión Europea; y el mayor enemigo del crecimiento: la incertidumbre, que desorienta y acobarda a los inversionistas.
Pareciera que aquí nada vemos, ni prevemos ni tememos. Para el caso, la caravana de compatriotas migrantes -conflicto agregado- es ya enconado tema electoral en EUA, y asunto en el que cada vez influimos menos. Ahora que es internacional, otros la maen nipulan y negocian, a nuestro costo, como ocurrió en 2009. El desinterés de los gobiernos y de la oposición para dialogar cuando el mundo está en llamas y el incendio ya nos alumbra, es una actitud ciega y alarmante del estamento político, que ocurre en vísperas simultáneas de desbarajuste económico mundial y de una trifulca política nacional.
¿No es hora de entender que la vieja política ya fracasó en Honduras? ¿No es mejor conversar, antes que nuestras diferencias y problemas sean negociados en otras cachas, a pesar de que la pelota es nuestra?
Por lo menos, entre gobierno, oposición, empresarios y liderazgos sociales debiera hablarse de las medidas que la nación –no solo el gobiernodebe adoptar para guarecerse del huracán que se aproxima.
Esa concertación de emergencia, parcial y ya tardía, en el borde del abismo, podría facilitar el otro diálogo, el de las cuestiones más fundamentales y apremiantes de la nación. El diálogo que la población exige desde que arribamos a la democracia
Es así que la gerencia de un país demanda decisión del gobernante y cooperación de todos. El riesgo social de la exclusividad es excesivo”.