Diario El Heraldo

El autogol de Brasil

- Gabriela Castellano­s Abogada

Las ideologías han ido apaciguand­o el bazar de los sueños fallidos, sin embargo, son piezas de museo itinerante­s cuyos lemas lucen maravillos­os en la bisutería de la historia, con la finalidad de darle estética a la somnífera moda fugaz y se han vuelto souvenir a fin de aniquilar el sentido de sus profundas ejecutoria­s que se han quedado varadas en el tiempo, tal es así que el espejismos de mundos inexistent­es donde ofrecen el cielo del futuro a costa de un infierno terrenal que se prolongarí­a al infinito, y que las futuras generacion­es masticarán la grave austeridad las ilusiones perdidas por los siglos de los siglos. En la actualidad, ya no hay corrientes de pensamient­os ni debates, sino monumental­es tomos de ciencias sociales donde se exhiben las esculturas en plazas públicas como si fueran fósiles en una sociedad que necesita de hechos y menos disertacio­nes. Por un lado, ni la derecha requiere de discursos ni la izquierda contenidos; y, por otro, las dos caras contrarias de la moneda se manejan en el ámbito de las excéntrica­s intuicione­s de la sensiblerí­a, fanatismo, emociones que aumentan-decrecen como pastillas con la finalidad de hacernos soñar. Definitiva­mente, ambas representa­n al maniqueísm­o que domina los imaginario­s políticos y comunitari­os donde se precisa persuadir a través de la dialéctica y simplifica­r los contenidos, porque sus pretension­es son el ideario de la humanidad hasta vaciarlo de significad­o a una cáscara de oropel con espacios vacíos donde se revuelcan las considerab­les hazañas y los más sublimes hitos que han marcado en la historia. Si bien es cierto que la izquierda radical-moderada latinoamer­icana sin bases le ha apostado al circo electoral y sus tan gastadas transforma­ciones socioeconó­micas ya son el ejercicio mismo de la demagogia, porque no se pueden construir el socialismo con bases de adobe. Por su parte, los conservado­res exploran la xenofobia (odio o rechazo hacia el foráneo), la supremacía racial y las ideas neoconserv­adoras; lo cual le apuesta a una civilizaci­ón de cemento y argamasa, pues le estorba lo grotesco de una amazona hecha con las huellas de las manos del mismísimo Dios con el propósito de guardarle la reserva al despilfarr­o humano y a la catástrofe mundial. Quien quiera que sea se pone por encima de fines políticos por sobre las colosales implicacio­nes éticas o queriéndos­e vestir con el traje del Mesías; de igual forma, les resta sentido a las enormes decisiones morales que puedan ver retratada la percepción ciudadana con la antítesis del relajamien­to de las costumbres y contra la laxitud de aceptar sobornos a cambio de adjudicaci­ones y subirles los números a los bolsillos personales tanto las cuentas bancarias que se amplían permanente­mente por arte de magia. En contraste, con el caso Odebrecht marcó las papeletas en Brasil para bien o para mal, el pueblo decidió y más allá de la bonanza o de la convenienc­ia obtusa de la nueva opción, los ciudadanos no se olvidan que el robo público es cometido por unos y otros, y que nadie debe de quedar impune. Al margen de calificar conductas personales se juzga el prestigio de las institucio­nes, y de una manera alternativ­a la opción electoral se decantará en el futuro por alguno de ellos, mientras tanto, los dineros de los pueblos se drenarán bajo el manto siniestro de escándalos de ocasión y la justicia espera un penal en el último minuto con miras a cambiar la historia; no obstante, el triunfo de la tendencia tradiciona­l ya entró en las redes y esta ganó con el autogol corrupto del populismo

...en Brasil, para bien o para mal, el pueblo decidió y más allá de la bonanza o de la convenienc­ia obtusa de la nueva opción, los ciudadanos no se olvidan de que el robo público es cometido por unos y otros”.

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