Día contra la corrupción
El fortalecimiento del Estado de derecho, el combate sostenido contra la pobreza y exclusión social, la igualdad de oportunidades, la consolidación institucional, la democratización política, el acceso a la salud y educación se ven frenadas cuando un país posee altos niveles de corrupción e impunidad que provocan el desvío de fondos públicos hacia bolsillos particulares, agravando tanto las condiciones materiales de la población como los valores éticos en que se fundamenta la comunidad nacional. Los derechos humanos, individuales y sociales, civiles y políticos, económicos y culturales son crecientemente vulnerados cuando la corrupción e impunidad infectan y se reproducen sin tener que enfrentar controles legales que los ataquen, frontal y permanentemente, además de una voluntad política al más alto nivel estatal que otorgue máxima prioridad a su progresivo debilitamiento. La familia, el sistema educativo, los medios de comunicación juegan un papel clave en la formación de valores morales que promuevan la integridad, rendición de cuentas, el involucramiento y participación ciudadana, al igual que el ejemplo que brinden los liderazgos políticos, económicos, sociales, religiosos de la nación. Solamente si se cuenta con la alianza entre gobernantes y gobernados, convencidos unos y otros que la corrupción e impunidad empobrecen y degradan material y espiritualmente a la colectividad, es que la democracia y la justicia se legitiman. De no ser así, la delincuencia, violencia, inseguridad, van creciendo exponencialmente hasta neutralizar cualquier ofensiva punitiva anticorrupción y antiimpunidad. Si prevalece el criterio de que se puede disponer arbitrariamente de los caudales y bienes públicos y privados, si no se investiga a fondo a quienes sobornan, blanquean dineros ilícitos, trafican con influencias, la pobreza que golpea a dos terceras partes de las y los hondureños se convertirán en miseria abyecta, por más ayudas y donaciones que lleguen y que irán cesando en la medida que constaten que la corrupción e impunidad han ganado la batalla de manera irreversible