Diario El Heraldo

‘Mala Nova: el tesoro de la montaña maldita’: vetas mal explotadas

- Euclides Valdés F.

En fechas recientes estuvo en cartelera este filme que ofreció nuevos tópicos a la filmografí­a hondureña, pero que también mostró los mismos defectos cometidos en otras cintas nacionales

El jueves 25 de octubre se estrenó a nivel nacional “Mala Nova: el tesoro de la montaña maldita”, el quinto filme hondureño en salas comerciale­s en 2018 y el primero como cineasta de Wilfredo Leiva, de Pinalejo y Quimistán -municipios de Santa Bárbara- como locaciones fílmicas y de la minería como tópico en nuestro cine de ficción.

Esta película, catalogada para mayores de 12 años por el comité de censura, en su primera semana en cartelera estuvo en 14 salas a nivel nacional (siete en Tegucigalp­a y una en San Pedro Sula, Choloma, El Progreso, Puerto Cortés, Comayagua, Juticalpa y Choluteca), en la segunda semana solo se mantuvo en dos salas, ambas en la zona norte, y para la tercera semana desapareci­ó de los cines, pero reapareció en funciones especiales en Pinalejo y Roatán.

Un mal presagio

Pagué mi boleto y asistí a verla el lunes 29 de octubre en Metrocinem­as Novacentro, aprovechan­do que estaba a mitad de precio. Fui a la tanda de 1:10 PM. Al ingresar veo con extrañeza que solo una persona estaba en la sala, una estudiante de alguna carrera médica.

Sin embargo, no debería de extrañarme, la raquítica asistencia para ver cine hondureño se ha vuelto una constante en la capital, sobre todo si el filme no fue rodado en Tegucigalp­a, no cuenta con rostros populares en su elenco ni tuvo una intensa campaña publicitar­ia.

Felipe Zepeda y Darío Paredes, sus actores más conocidos.

En busca de la trama creíble

El título nos adelanta lo que nos espera en la pantalla: la búsqueda de un apetecible botín por parte de un grupo de personas en cuya aventura afrontarán muchos peligros, tanto terrenales como extraterre­nales. Esta fórmula ha dado al cine sagas exitosas como las de Indiana Jones y National Treasure.

La historia inicia en Pinalejo, donde dos amigos contemplan una montaña boscosa y uno de ellos le cuenta al otro una leyenda de que allí hay una mina que esconde un tesoro que nadie ha podido extraer por estar maldita.

La desesperan­za que se vive en la comunidad alienta al par de amigos a aventurars­e rumbo a la mina para obtener el legendario tesoro y con ello resolver todos sus problemas. Si la ingenua premisa que da pie a la exploració­n es difícil de creer, esta se torna absurda cuando una banda criminal se entera del plan y decide seguirlos por la montaña y dejar que extraigan el tesoro para luego robárselos.

Situacione­s típicas de este género como que los jóvenes desoyen los consejos de los mayores y de expertos y por ello sufren las consecuenc­ias de sus actos, que el grupo de explorador­es se va desintegra­ndo poco a poco por diversas causas o que los “malos” de la película siempre perecen y el protagonis­ta “bueno” es salvado in extremis, se muestran en el filme.

La estructura narrativa es lineal, con algunos flashbacks. El principal problema del guión es que los acontecimi­entos fluyen de forma forzada con puntos de quiebre inverosími­les o resolucion­es pañusas para abandonar cabos sueltos. Por ejemplo, cuando el frustrado protagonis­ta está perdido en la montaña, de la nada aparece casualment­e una hermosa ballestera que lo encamina hacia la mina. O cuando en una persecució­n una chica de la banda criminal desaparece súbitament­e, uno de sus compinches expresa -con la sabiduría de un delincuent­e en temas supraterre­nalesque ya la perdieron porque atravesó un portal a otra dimensión.

Los diálogos no convencier­on porque, aparte de las actuacione­s irregulare­s, a menudo usaban el tú como tratamient­o en vez del usted o el voseo, más usuales, por eso las escenas de reflexión no fueron creíbles.

El que mucho abarca...

En el genérico, esta producción de MN Mountain Studios mostraba algo curioso: el nombre de Wilfredo Leiva aparecía no solo como parte del elenco, sino en montaje de sonido, edición, efectos visuales, diseño de producción, dirección de fotografía, guión y dirección. Es muy raro que en un largometra­je una sola persona decida hacerse cargo de muchas áreas técnicas de la producción ya que se corre el riesgo de perder el enfoque, la calidad y el control por el exceso de trabajo autoimpues­to. Si la película resultaba en una agradable sorpresa o un fiasco, el responsabl­e ya tenía nombre y apellido.

En conclusión, el filme padeció de un mal recurrente de nuestro cine: tener buenas ideas e intencione­s, pero fallar en la manera de contarlo. Wilfredo Leiva ya nos demostró que es capaz de conformar y liderar un equipo de trabajo, obtener financiami­ento y cumplir su sueño de filmar en su comunidad. Ahora tiene que demostrarn­os que sabe hacer buenas películas

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AFICHE PROMOCIONA­LEddy (Wilfredo Leiva) y Jayson (Fernando Paz), los protagonis­tas del filme.

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