Entrando a un nuevo año
Estamos próximos a cerrar un año que ha estado plagado de controversias, incertidumbres y hostilidades no solo entre la clase política, sino que entre la misma población. Los temas controversiales relacionados con las últimas elecciones, la reelección presidencial y las reformas electorales han sido los ejes centrales, sin que los políticos hayan podido llegar a un consenso que permita a nuestro país recobrar la paz y la armonía. La temporada navideña tiene un efecto muy especial sobre las personas, impregnándolas de paz, armonía y buena voluntad. Será importante que todos los hondureños mantengamos este espíritu navideño hacia el nuevo año que se avecina, para que animados de un sincero amor a la patria podamos sentarnos a dialogar con la intención de llegar a acuerdos que sean de beneficio para el país y para la mayoría de los hondureños. El diálogo político auspiciado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) no produjo los resultados esperados en los temas que han causado las controversias y los enfrentamientos entre los hondureños. No podemos permitir un nuevo proceso electoral bajo las mismas condiciones de los anteriores porque entonces los resultados y consecuencias serán los mismos, lo único que acrecentados por la acumulación de frustraciones, rencores y pasiones. En julio de 2011 se presentó el informe de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, intitulado “Hallazgos y recomendaciones: Para que los hechos no se repitan”. Dado el entorno actual, consideramos importante mencionar algunas reflexiones de su mensaje inicial: 1. Esta es la cronología de una crisis anticipada que no encontró una salida natural a través de los pactos y negociaciones políticas, evidenciando el fracaso de la clase política y del ai ns ti tucio na esclarecimiento lidad, sin encontrar una salida a la misma; 2. No es este el lugar para reiterar el impacto devastador en la ciudadanía respecto de la extrema polarización de toda la población con opiniones enfrentadas y antagónicas, que llegó a dividir familias, comunidades, barrios, aldeas, organizaciones, gremios, iglesias y a la nación entera; 3. Lo más importante a partir de este esfuerzo de es el conjunto de elementos y recomendaciones para que los hechos no se repitan; 4. Se presenta, por lo tanto, una oportunidad única para el país, si se logran procesar constructivamente los ingredientes de la crisis y se emprenden esfuerzos de reforma y transformación, en la ruta de la justicia, de la reconciliación y del bienestar nacional.
Parece increíble que transcurridos siete años de este informe, todavía nos encontremos sumidos en una crisis que se está volviendo crónica y a la que más bien se le han agregado temas como la reelección presidencial, cuestionada por una gran parte de la ciudadanía, y la evidente impunidad y la corrupción que han imperado durante tantos años, pero que se ha vuelto más evidente con el accionar de la Maccih y las reacciones defensivas de la clase política, en especial de los diputados. Lo cierto es que hacia adelante tenemos los grandes retos de llegar a consensos para iniciar el camino de la transformación integral, que va desde los acuerdos políticos para garantizar futuros procesos electorales limpios y transparentes; someter a decisión de los ciudadanos la reelección y sus términos y la segunda vuelta; las reformas electorales y la despolitización de sus organizaciones, hasta el fortalecimiento de las instituciones, para que en nuestro país funcionen en forma efectiva los pesos y contrapesos y se aplique la justicia sin consideraciones económicas o políticas. Los hondureños debemos unirnos graníticamente para impulsar los cambios estructurales que son requeridos, exigiendo a la clase política que deje de cuidar sus intereses particulares e iniciemos la ruta de la transformación y el desarrollo sostenible y equitativo, generar empleos y mejorar las condiciones de vida de miles de compatriotas, sin que tengan necesidad de migrar
Necesitamos un clima de paz y tranquilidad, seguridad jurídica, un alto a la impunidad y respeto mutuo como factores indispensables para la convivencia y para atraer inversión privada”.