En homenaje póstumo a Marcos Carías
Nos encontramos en un lugar recreativo muy concurrido del casco histórico de Tegucigalpa, como siempre su voz pausada y su caminado lento denotaba una expresión de un intelectual cuya virtud era darle forma a la palabra antes de escribirla o pronunciarla. No era dado a hacer valoraciones y juzgamientos rápidos sobre las demás personas. Si algo se le preguntaba, respondía con delicadeza, con lo cual le daba mayor certeza a su pensamiento. Ni el contagio apasionado de la política de nuestro tiempo encontró asidero enfermizo en su noble forma de ser y ver las cosas. Ese era Marcos Carías, amigo entrañable que nos ha dejado, privándonos de su presencia física para traspasar los linderos que lo llevarán a vivir en el recuerdo de la presente y las futuras generaciones.
En algún momento me comentó los esfuerzos que hicieron sus familiares para que pudiera estudiar en el exterior. Estudió en la Universidad Complutense de Madrid, obteniendo la licenciatura en filosofía y otra en historia de América en la misma universidad. En 1966 empezó su labor como profesor en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), institución educativa que le abrió los espacios para que pudiera realizar una copiosa producción como escritor y como académico.
Ocupó diferentes cargos, siendo secretario adjunto del Consejo Superior Universitario de Educación de Centro América (CSUCA), director del Centro Universitario de Estudios Generales (CUEG), actualmente Facultad de Humanidades y Artes de la UNAH, nombrado miembro del Consejo de Educación Superior, organismo que dirige los asuntos relacionados con la dirección de todo el sistema universitario del país. Ocupó la coordinación de la carrera de Historia, de lo que fue en el pasado el Departamento de Ciencias Sociales.
Probablemente su mayor sueño era la necesaria reforma de los planes y programas de estudio de las ciencias sociales, tarea para la cual no encontró el apoyo necesario. Comentaba que en una época de crisis como la que vivimos, lo primero que entra en dificultades para entender la realidad social son las ciencias sociales.
Sus escritos van desde literatura hasta historia, uno de sus últimos trabajos fue “De la patria del criollo a la patria compartida: Historia de Honduras”, una obra que revela aspectos de nuestra historia desconocidos y que de alguna manera moldearon la sociedad hondureña y reflejaba las dificultades por las cuales ha atravesado Honduras a través de su largo caminar.
Marcos fue privilegiado en su trabajo intelectual al compartir con un grupo de personas nacionales y extranjeros que para aquellos años en los cuales se inserta en su trabajo como intelectual dedicado a la enseñanza y a la investigación, llegaban al país; en momentos en que la modernidad tanto en la economía como en la literatura intentaban recoger los avances del pensamiento universal en una sociedad con resabios del pasado, que por causa de las contradicciones engendradas de una sistema político tradicional no hacía su ascenso definitivo hacia el desarrollo.
Se nos fue el amigo hacia lo desconocido, queda su obra como testimonio vivo de su presencia fecunda en esta patria
Probablemente su mayor sueño era la necesaria reforma de los planes y programas de estudio de las ciencias sociales, tarea para la cual no encontró el apoyo necesario”.