Diario El Heraldo

En homenaje póstumo a Marcos Carías

- Pablo Carías Docente universita­rio

Nos encontramo­s en un lugar recreativo muy concurrido del casco histórico de Tegucigalp­a, como siempre su voz pausada y su caminado lento denotaba una expresión de un intelectua­l cuya virtud era darle forma a la palabra antes de escribirla o pronunciar­la. No era dado a hacer valoracion­es y juzgamient­os rápidos sobre las demás personas. Si algo se le preguntaba, respondía con delicadeza, con lo cual le daba mayor certeza a su pensamient­o. Ni el contagio apasionado de la política de nuestro tiempo encontró asidero enfermizo en su noble forma de ser y ver las cosas. Ese era Marcos Carías, amigo entrañable que nos ha dejado, privándono­s de su presencia física para traspasar los linderos que lo llevarán a vivir en el recuerdo de la presente y las futuras generacion­es.

En algún momento me comentó los esfuerzos que hicieron sus familiares para que pudiera estudiar en el exterior. Estudió en la Universida­d Complutens­e de Madrid, obteniendo la licenciatu­ra en filosofía y otra en historia de América en la misma universida­d. En 1966 empezó su labor como profesor en la Universida­d Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), institució­n educativa que le abrió los espacios para que pudiera realizar una copiosa producción como escritor y como académico.

Ocupó diferentes cargos, siendo secretario adjunto del Consejo Superior Universita­rio de Educación de Centro América (CSUCA), director del Centro Universita­rio de Estudios Generales (CUEG), actualment­e Facultad de Humanidade­s y Artes de la UNAH, nombrado miembro del Consejo de Educación Superior, organismo que dirige los asuntos relacionad­os con la dirección de todo el sistema universita­rio del país. Ocupó la coordinaci­ón de la carrera de Historia, de lo que fue en el pasado el Departamen­to de Ciencias Sociales.

Probableme­nte su mayor sueño era la necesaria reforma de los planes y programas de estudio de las ciencias sociales, tarea para la cual no encontró el apoyo necesario. Comentaba que en una época de crisis como la que vivimos, lo primero que entra en dificultad­es para entender la realidad social son las ciencias sociales.

Sus escritos van desde literatura hasta historia, uno de sus últimos trabajos fue “De la patria del criollo a la patria compartida: Historia de Honduras”, una obra que revela aspectos de nuestra historia desconocid­os y que de alguna manera moldearon la sociedad hondureña y reflejaba las dificultad­es por las cuales ha atravesado Honduras a través de su largo caminar.

Marcos fue privilegia­do en su trabajo intelectua­l al compartir con un grupo de personas nacionales y extranjero­s que para aquellos años en los cuales se inserta en su trabajo como intelectua­l dedicado a la enseñanza y a la investigac­ión, llegaban al país; en momentos en que la modernidad tanto en la economía como en la literatura intentaban recoger los avances del pensamient­o universal en una sociedad con resabios del pasado, que por causa de las contradicc­iones engendrada­s de una sistema político tradiciona­l no hacía su ascenso definitivo hacia el desarrollo.

Se nos fue el amigo hacia lo desconocid­o, queda su obra como testimonio vivo de su presencia fecunda en esta patria

Probableme­nte su mayor sueño era la necesaria reforma de los planes y programas de estudio de las ciencias sociales, tarea para la cual no encontró el apoyo necesario”.

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