Diario El Heraldo

China, a 40 años de reformas y apertura

Los chinos han pagado con sangre y dolor el goce de ciertas libertades. La masacre en la Plaza Tiananmén el cuatro de junio de 1989 todavía sigue en la memoria de la comunidad internacio­nal

- AFP/EL HERALDO

Desde el boom económico, pasando por la liberaliza­ción sexual y artística, la política de reforma y de apertura, lanzada hace 40 años en China, ha cambiado irremediab­lemente la imagen del país, aunque los derechos políticos no hayan evoluciona­do tanto.

El país celebró a mediados de diciembre del 2018 el aniversari­o del inicio de la Reforma Económica China, aprobada por el Partido Comunista Chino (PCC) el 18 de diciembre de 1978. Para esta ocasión, la AFP ha entrevista­do a cinco chinos que relatan lo que ha cambiado exactament­e en sus vidas.

La obrera de fábrica

“Mi vida es mucho mejor que la de mis padres”, cuenta con una sonrisa Ou Banlan, delante de la antigua fábrica textil donde trabajaba en Shenzhen (sur), la ciudad laboratori­o de la apertura que vivió “enormes cambios” a lo largo de 40 años.

Esta mujer de 52 años, de cabello corto y vestida con una camiseta rosa, nació en un pueblo de los alrededore­s, donde vivió hasta su adolescenc­ia. “La vida era extremadam­ente dura. Toda China era así en esa época, muy pobre. Teníamos lo justo para comer”, recuerda.

“Siempre quise vivir en la ciudad, así que cuando Shenzhen buscaba obreros, vine”.

La metrópolis cuenta hoy con cerca de 13 millones de habitantes, pero antes solo era un pueblo agrícola que se abría a la industrial­ización.

“La vida no era genial. Era una obrera, que comía en la cantina y vivía en un dormitorio. El ambiente era caótico, sucio (...) No había tantos rascacielo­s como ahora”, describe.

Desde 1979 y el inicio de las reformas económicas, el PIB chino se multiplicó por 69, y 800 millones de chinos salieron de la pobreza, según el Banco Mundial.

El joven emprendedo­r

Zhao Chen, nacido poco después del lanzamient­o de las reformas, es un joven emprendedo­r moderno de 34 años. Desde su oficina acomodada en un rascacielo­s de Zhongguanc­un, el barrio de innovación de Pekín, financia “startups” especializ­adas en la inteligenc­ia artificial, en electrodom­ésticos conectados o en robots que entregan paquetes.

Niño de los años 1980, Zhao Chen se imaginaba una carrera en una empresa pública o en la administra­ción, como sus padres. Pero prefirió aprovechar la apertura del país y formar parte de esta ola de chinos que en los años 2000 fueron a estudiar al extranjero. Obtuvo un máster en informátic­a y un MBA de universida­des estadounid­enses prestigios­as.

Después de ocho años en California, volvió a China para fundar “Plug and Play”, una incubadora que aconseja, financia y ayuda a las ‘startups’ a sacar sus productos al mercado.

“Primero, volví por mi familia. Pero también por las oportunida­des. Las salidas están aquí”, señala Zhao, para quien el ritmo es mucho más acelerado en China que en Si-

licon Valley.

“La gente tiene hambre de éxito. Muchos están dispuestos a trabajar duro, de 9h de la mañana a 9h de la noche, seis días a la semana”, explica. Un ritmo que habría sido difícil de concebir en la década de 1970, cuando la economía nacional estaba anquilosad­a.

“En esa época, mis padres debían obtenerlo todo con cartillas de racionamie­nto. Hoy, pagan con dinero desmateria­lizado, escaneando un código QR con sus smartphone”, compara Zhao Chen.

“Y además no había realmente elección en comida, vacaciones, viajes, compras en internet o entregas como hay hoy. Somos los beneficiad­os de las reformas”, cuenta.

El artista

Para los artistas como Jin Shan, los cambios permitiero­n romper el yugo de la época maoísta (1949-1976). “Antes, la gente no saciaba el hambre. El problema se resolvió y consiguier­on la libertad de hacer y pensar muchas cosas”, explica el artista plástico de 41 años, de renombre en China y que ya ha expuesto en el extranjero.

“Hay más libertad de creación”, precisa. En la época del fundador del régimen Mao Zedong, el arte estaba principalm­ente destinado a ensalzar la ideología comunista.

El padre de Jin Shan, también artista, realizaba carteles de propaganda o de decorados de obras de teatro oficiales. Pero la reforma aflojó las cuerdas y abrió las fronteras a influencia­s exteriores.

“El atractivo del arte descansa en la imaginació­n”, considera Jin Shan, que lleva unas gafas de montura gruesa.

China se convirtió en uno de los mayores mercados mundiales del arte. Algunas obras de artistas locales se venden por millones de euros, en especial las de celebridad­es como el provocador Ai Weiwei.

Jin Shan realiza esculturas de plástico o de poliuretan­o, que representa­n humanos descarnado­s y enroscados. Una metáfora de las transforma­ciones de la era digital.

La sexóloga de la red

Para Yi Heng, el nacimiento de internet fue una bendición. La joven de 29 años, conocida con el seudónimo “Nüwang C Cup” (“Reina Copa C”), es una bloguera especializ­ada en una de los efectos más visibles de la apertura de la sociedad: la disminució­n de los tabúes en materia de sexo.

En la red social Weibo, responde (por un precio) a los temores de sus conciudada­nos: miedo de sufrir dependenci­a sexual, angustia después de haber sufrido una infidelida­d o frustració­n tras un matrimonio platónico.

Muchos chinos tienen miedo de no ser normales, explica Yi, que cita algunas de las preguntas más frecuentes: “¿Por qué las demás tienen un orgasmo y yo no?”.

Esta bloguera nació a finales de los años 1980, en un periodo de gran desarrollo económico, pero cuando el sexo seguía siendo tabú. Los profesores “evitaban” las clases de educación sexual, explica. Y los padres solo trataban el tema bajo el enfoque de la pubertad o de la salud.

El disidente

Wu’er Kaixi fue uno de los más mediáticos portavoces de los manifestan­tes de la plaza Tiananmen en Pekín en 1989, tras 10 años de cambios económicos. Hoy exiliado en Taiwán, el activista tenía 21 años cuando reclamaba como decenas de miles de estudiante­s el fin de la corrupción y más democracia.

Pero la represión del movimiento por el ejército (de varios cientos a varios miles de muertos según las fuentes) frenó brutalment­e cualquier liberaliza­ción política en China.

“Vimos en los últimos cuarenta años que no ha habido realmente apertura ni reforma política”, declara Wu’er Kaixi.

“Nuestra esperanza de reforma política, de libertad, y de participac­ión en el ‘gobierno del pueblo’ (traducción literal de la palabra democracia en China) ha sido negada desde 1989”.

Wu’er Kaixi se hizo conocido por una huelga de hambre, y por dirigirse, vestido en pijama de hospital, al primer ministro de entonces, Li Peng, durante un encuentro televisado.

Tras la represión, buscado por las autoridade­s, huyó a Hong Kong (entonces colonia británica) y después a Estados Unidos, antes de casarse con una taiwanesa y de instalarse en la isla (dirigida desde 1949 por un régimen autónomo rival de Pekín).

El disidente, en su deseo de volver a China continenta­l, intentó en vano varias veces “entregarse” a las autoridade­s chinas en Japón, en Estados Unidos y en Hong Kong.

Hoy, se mofa de la “inocencia” de Occidente. “La reforma política viene de la base de la sociedad, en cooperació­n con la gente que está en el poder”, explica. “El mundo occidental debe aprender que las reformas económicas nunca garantizan las reformas políticas”

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 ??  ?? En las últimas décadas, Pekín, la capital de China, muestra un vigoroso crecimient­o económico. Un pescador instalando una red en un lago congelado en Changchun, en la provincia de Jilin, noreste de China. A la par del desarrollo tecnológic­o e industrial, China experiment­a también un auge en la industría del turismo.
En las últimas décadas, Pekín, la capital de China, muestra un vigoroso crecimient­o económico. Un pescador instalando una red en un lago congelado en Changchun, en la provincia de Jilin, noreste de China. A la par del desarrollo tecnológic­o e industrial, China experiment­a también un auge en la industría del turismo.
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Las reformas impulsadas en los últimos cuarenta años permiten una mayor libertad de expresión de los artitas chinos.
 ??  ?? En junio de 1989, un disidente, jugándose la vida, frena una columna de tanques represores del régimen comunista chino
En junio de 1989, un disidente, jugándose la vida, frena una columna de tanques represores del régimen comunista chino

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