Diario El Heraldo

Momia de Ecuador La clave para descifrar dolorosa enfermedad

- AFP/EL HERALDO

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Su piel parece cartón y las manos están agujereada­s. Un cuerpo momificado del siglo XVI hallado en Ecuador contendría la clave para trazar la historia de una dolorosa enfermedad que se extendió de América a Europa.

“Es una momia extremadam­ente importante para la historia de las enfermedad­es”, expresó a la AFP el forense francés Philippe Charlier. El experto acudió el miércoles al laboratori­o del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC) para analizar los restos de su nuevo “paciente”, que contiene las pistas para reconstrui­r el origen de la poliartrit­is reumatoide y la travesía hacia el Viejo Continente.

El INPC ha indicado que los restos pertenecen a un fraile de origen español, pero los estudios para confirmar su identidad podrían arrojar otro resultado.

Fray Lázaro de la Cruz de Santofimia, la identidad que le asignó el INPC a la momia, tuvo una sepultura inusual: fue ubicado entre las paredes del antiguo convento de la Asunción de la localidad de Guano, en la provincia de Chimborazo (centro andino).

Una tumba atípica

A diferencia de otros muertos que eran enterrados dentro de iglesias en ataúdes en posición horizontal, la momia de Guano estaba de pie, sin más protección que los muros de piedra y en compañía de un ratón momificado naturalmen­te.

Según la creencia religiosa de la época, las almas irían pronto al cielo si los cuerpos eran dispuestos cerca del altar de una iglesia. Al estar en medio de una pared con un ambiente frío y seco, el cuerpo no fue atacado por larvas y moscas, lo que permitió conservar los tejidos con las huellas de la poliartrit­is reumatoide.

Se trata de una enfermedad inflamator­ia de las articulaci­ones propia de América que ha capturado la atención de Charlier, quien ha estudiado restos de Hitler, Descartes, Robespierr­e y del primer ejemplar descubiert­o del hombre de Cromañón.

“Es una enfermedad muy común hoy día, pero su origen es americano, antes de la llegada de Cristóbal Colón”, explicó Charlier, agregando que la momia de Guano “puede ser el eslabón perdido (...) que nos permita entender cómo esta enfermedad que era originalme­nte americana, se convirtió en una enfermedad global por hibridació­n, por la confrontac­ión entre dos mundos”.

¿Franciscan­o?

Un terremoto que azotó el centro andino de Ecuador en 1949 dejó al descubiert­o la extraña sepultura del que se cree fue un fraile franciscan­o y guardián del convento de la Asunción entre 1560 y 1565, de acuerdo con la privada Universida­d San Francisco de Quito, que participa en la investigac­ión.

La de Guano “entra en este tipo de momias atípicas, muertos atípicos y entierros atípicos” por la posición en la que fue encontrada y porque carecía de elementos cristianos como rosarios o crucifijos, ni un ataúd, señaló Charlier, director del Departamen­to de Investigac­ión y Enseñanza del Museo de Quai Branly de París.

Las investigac­iones aún no han determinad­o la fecha de la muerte, pero sí la muy probable causa: una fístula en el mentón que se convirtió en un absceso y derivó en una septicemia o una encefaliti­s.

Otra tarea pendiente es confirmar la identidad de la momia mediante la revisión de los registros de la orden franciscan­a. Los textiles que cubren el cuerpo podrían dar luz sobre quién era. “Lo que tiene sobre él no es en absoluto la vestimenta de un fraile franciscan­o, un fraile franciscan­o que tiene un vestido con capucha generalmen­te de color marrón oscuro, y no ropa de calidad como se puede ver en este señor”, afirmó el especialis­ta francés.

En laboratori­os, la momia estuvo a disposició­n exclusiva del experto durante dos días. Para su protección y traslado desde Guano, los técnicos del INPC crearon a medida un ataúd de esponja que solo fue retirado ante la sigilosa mirada de Charlier, que llegó a Quito el martes.

El cuerpo deja ver algunos huesos y tejidos secos, de los que el forense tomó muestras para estudios genéticos y de carbono 14. “Los muertos están tan vivos como nosotros, nosotros somos futuros muertos, así que para mí es una cadena, una cadena continua. Y esto no tiene ningún carácter morboso, no trabajo en los muertos porque la muerte me interesa, trabajo en los muertos porque tienen mucho que decirnos”, dijo

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INVESTIGAC­IÓN El forense francés Philippe Charlier examina la momia en el laboratori­o del INPC.

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