Pasos cebra, túneles y puentes
Tuvo que reaparecer la espantosa muerte en la calle para que se hablara otra vez del peligro mortal de los transeúntes. La jovencita universitaria que murió atropellada frente a la UNAH en Tegucigalpa, conmocionó a todos y volvió la mirada hacia el puente peatonal cercano al lugar del accidente; en medio de la turbación se dijeron muchas culpas, ciertas ideas y pocas soluciones.
Los de la alcaldía capitalina, que pendulan en la inconformidad popular, salieron a darse un paseo por calles y avenidas, para acallar incontenibles voces de protesta, frenéticos reclamos e imputables señalamientos, al anunciar obras de infraestructura: puentes peatonales, túneles en los bulevares, pasos de cebra, reductores de velocidad y cosas parecidas.
Pero las obras públicas serán solo inútiles monumentos si el comportamiento sigue igual, desde el conductor insensato hasta el peatón temerario.
Concienciar a todo mundo de respetar las normas de tránsito requerirá de un esfuerzo titánico; solo hay que ver que al día siguiente del accidente frente a la universidad, ya estaban los muchachos cruzándose confiadamente por debajo del puente, como si la muerte ya no asustara.
Si nos salimos un poco de las ciudades para registrar la tragedia en las carreteras, las cifras escalofrían, más de 1,100 personas fallecieron el año anterior por accidentes viales, es la segunda causa de muerte en el país; y al repasar las causas se concluye pesaroso que la mayoría de los decesos se pudo evitar: conductores a exceso de velocidad, otros alcoholizados, algunos distraídos con el celular y el somnoliento incontrolable.
Con ánimos revueltos e indignación, la gente exivarios ge a la municipalidad más obras, seguras y eficientes; y aunque no se niega la pereza, apatía y temeridad del ciudadano, algunas excusas son verdaderas: evitan los puentes peatonales por el miedo a los asaltos, las estorbosas ventas ambulantes, la inmundicia, algunos beodos y ciertos sospechosos.
También han pensado en túneles, que necesitarán iluminación y vigilancia permanente, si quieren evitar el pánico de los usuarios que vaya más allá de la claustrofobia, y es que algunos creen que pasará lo mismo que en los puentes peatonales, eso sí, se salvarán de la lluvia o del quemante sol.
Por supuesto que la autoridades consideraron la solución más fácil y barata: los fastidiosos túmulos; son tan molestos que en Argentina y Uruguay los llaman “lomo de burro”; en Colombia, Venezuela y Nicaragua es un “policía acostado”; los panameños son más severos al nombrarlos “policía muerto”; y más gráficos en Bolivia y Perú, les dicen “rompemuelles”, porque, ya se sabe, destruyen la dirección y la suspensión de los vehículos.
Está claro que esos topes en calles y bulevares también atrasarán a los bomberos, las ambulancias y la Policía. Y si antes nos quejábamos por el paisaje lunar de los baches, ahora los túmulos y esas bandas consecutivas en las calles, que llaman reductores de velocidad, golpearán la estructura de los carros como una infatigable almádana. Los pasos cebra, esas franjas en las calles que algunos creen decoración, funcionan muy bien en otras partes, solo es cuestión de educar a todo mundo para que los peatones crucen por ellos y que los conductores no se detengan encima; aunque se dice fácil, concienciar sobre esto será un desafío supremo. Pues, bueno, la Alcaldía también pretende pintarlos por todos lados. Pasa igual en toda Honduras, y además de la infraestructura, será difícil construir la conciencia ciudadana de respeto a las normas de tránsito, para que la vida no se vaya con las prisas, la imprudencia y la nada
Pero las obras públicas serán solo inútiles monumentos si el comportamiento sigue igual, desde el conductor insensato hasta el peatón temerario”.