Diario El Heraldo

Ardua faena de productore­s para traer sus hortalizas a la capital

Desde lugares remotos y a lomo de bestia o mediante mozos trasladan las hortalizas hasta la carretera. Muchos vendedores y productore­s salen en horas de la madrugada a sus puestos de venta

- Bryan Gutiérrez El Heraldo brayan.gutierrez@elheraldo.hn

Cuando el alba ilumina el cielo, una gran variedad de verduras frescas recién sacadas de la tierra del campo están listas para la venta en los principale­s mayoreos y mercados de la ciudad.

Al entrar en los clásicos y rudimentar­ios puestos de hortalizas se aprecia una especie de alfombra de colores que encierra el verdadero sabor de la naturaleza. Güinope, Tatumbla, Azacualpa, Lepateriqu­e y El Ocotal son los principale­s lugares de las periferias del Distrito Central que prestan su tierra para cultivar los sagrados alimentos que los capitalino­s llevan a sus mesas.

“Lo más común que cultivamos es la piña, el plátano macho, limón, yuca, malanga, las cuatro variedades de plátano criollo, pataste y la naranja. También mandarina, albaricoqu­e, jilote, maíz, frijol, repollo, zanahoria y cebolla, que son los productos más comunes para venir a venderlos a la Ahorro Feria El Lempirita”, detalló Bienvenido Rodríguez, oriundo de la aldea Cañas Bravas, municipio de Güinope, El Paraíso. En las plazas de comercio, muchos compradore­s preguntan el precio, cantidad y calidad que proporcion­a la libra de cada producto, pero obviando cuál fue el costo humano y la verdadera historia de cómo llegan estas hortalizas hasta su mesa.

La historia del cultivo

La amabilidad de los campesinos al vender sus frescas hortalizas denota el amor a su duro trabajo en el campo. “Para cultivar la cebolla se empieza con un semillero (siembra por trasplante) y este vivero tarda 45 días en crecer, después se camea (se saca del vivero) y se siembra en el campo, donde se espera tres meses para su cosecha. Mientras que la yuca lleva un proceso de un año, el plátano se tarda un año y medio y el aguacate lleva año y medio o dos años”, explicó Rodríguez.

“Al cultivar una libra de semillas de cebolla, esta cubre un cuarto de manzana, pero si cada quien siembra su manzana (10,000 varas cuadradas), estato mos hablando de cuatro libras de semillas. En cuanto a las semillas de yuca es igual, pero con el plátano se cultivan dos o tres manzanas, por eso que es bastante la cantidad de tierra que hay que sembrar, por lo que yo siembro 45 manzanas aproximada­mente”, detalló el labrador.

El camino a la ciudad

Para que estos productos mantengan intacto el fresco olor del cam- po, los agricultor­es realizan sus recoleccio­nes horas antes de traerlas hasta la ciudad. “Este producto está fresco porque lo cortamos el día anterior antes de venirnos para la Feria Artesanal del Agricultor y Artesano, pues en muchas ocasiones son las 7:00 de la noche del jueves y nosotros seguimos cortando culantro, apio y cebolla y solo estamos con focos de mano”, contó Saide García, originaria de Tatumbla. La travesía de traer estas hortalizas a la ciudad no ha cambiado su forma tradiciona­l. “Cuando salimos desde nuestro pueblo pagamos 20 lempiras de ganancia por bul- y si traemos cinco bultos son 100 lempiras y eso lo traemos en camiones y pailas. Pero la gente lo quiere todo barato y no sabe cuánto nos cuesta”, dijo García.

A esta misma dura faena se dedican más de 4,000 productore­s de las aldeas aledañas en su afán de trabajar y abastecer de verduras el Distrito Central

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FOTO: EL HERALDO El proceso de cultivo es muy complejo pues los agricultor­es necesitan las mejores semillas para tener un producto de calidad, agua para mantener su hortalizas en crecimient­o e hidratadas y bastantes extensione­s de tierra para su producción masiva.
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