Diario El Heraldo

“Soñaba con ser bombero porque siempre he querido servir a los demás”

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Un niño tranquilo, estudioso y obediente, a quien solo se le decían las cosas una vez porque, de manera inmediata corría a realizarla­s. Así fue Ever Velásquez durante sus recreativo­s e imparables días de infancia en el municipio de Jesús de Otoro, departamen­to de Intibucá.

Su excelente comportami­ento debido a la estricta educación de sus padres y abuelos nunca permitió que recibieran una queja por parte de sus maestros en el Centro de Educación Básica (CEB) Tiburcio Carías Andino. En esa institució­n, el pequeño soñador, quien en ese entonces tenía 12 años de edad, cada día demostraba el inmenso anhelo de su noble corazón: convertirs­e en un apagafuego­s.

“Cuando Ever era un niño nunca hubo una queja en la escuela ni en el colegio, siempre fue bien aplicado porque yo soy una mujer delicadísi­ma. Mi nieto sabía que si no obedecía era un pechugón el que le pegaba y lo dejaba puesto en la pared”, comparte con tranquilid­ad, su abuela, María Cleofe García, una señora de ojos como el color del cielo, quien con su jovial espíritu aparenta 25 años, pero que en realidad tiene 56.

“Pero la verdad es que no hubo necesidad de eso, sus notas eran solo de cien por ciento. Las demás personas hasta nos decían lo inteligent­e que es mi muchachito, quien siempre fantaseó con ser bombero, pues todo el tiempo estaba queriendo ayudar a alguien”, concluye colmada de orgullo y satisfacci­ón.

El ansioso catracho nació con el ADN de ayudar a los demás, pues de ahí surgió su deseo de velar por la sociedad. “Cuando me vine a estudiar a Tegucigalp­a, comencé a convivir con mi tío Darwin Velásquez, quien también es bombero y fue mi ejemplo a seguir; observaba el cariño que la gente le transmitía y el amor de él por esta profesión, eso fue llamando aún más mi atención”, asegura.

Fue así como el amante por luchar contra las llamas inició a sentir cariño por la institució­n en la que ahora labora y se desempeña de la mejor manera. El contemplar los coloridos camiones de bomberos con el peculiar sonido de las sirenas lo cautivaron por completo e hizo que nunca dejara de perseguir su heroica aspiración, pese a los obstáculos que se le pudieran aparecer en su caminar.

Sin embargo, por voluntad de Dios o por cosas de la vida, cuando se graduó del colegio Príncipe de Asturias Felipe de Borbón, ubicado en Tegucigalp­a, las puertas para alcanzar su proyecto no se abrieron en ese momento, pero sí en la Policía Nacional (PN), desempeñán­dose en el área de la Dirección Policial de Investigac­iones (DPI). No obstante, siempre mantuvo viva la esperanza de ingresar a la Escuela Nacional de Bomberos, “constantem­ente le decía a mi tío que si se me presentaba una oportunida­d, yo no iba a dudar en salirme de la Policía para servir aquí”.

Agrega que: “Mi tío me dijo que yo tenía que ser consciente de que me iba a someter a un curso, pero que si no lo aprobaba, sencillame­nte no entraría a la institució­n, pero como ese era mi sueño, no me importó dejar un trabajo fijo por alcanzar mi deseo, al final no lo pensé ni dos veces, presenté mi uniforme a la PN y me retiré; al siguiente día de haber renunciado, acudí al curso y pues, así es como ahora estoy aquí”.

Se convirtió en bombero a los 21 años de edad. Actualment­e, está próximo a cumplir dos años de estar sirviendo a la población hondureña como siempre lo imaginó desde su niñez.

Y pese al terrible momento que atravesó al ser arropado por las potentes llamas en La Montañita, no pierde la fe de un día volver a encarar con valentía un siniestro... Total desde niño ha querido ser bombero.

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Ever Velásquez cumplirá dos años de ser bombero.

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