Diario El Heraldo

Burros hablando de orejas

- Olban Valladares Empresario

El panorama político y el futuro de Honduras ya no puede ser más sombrío que el que hoy se presenta. La tormenta vendrá como vienen los chiquirine­s, todos los años, solo que esta vez la tormenta traerá lluvia tan ácida como la hiel que Cristo ingirió colgado del madero. Solo faltan los últimos paños menores para terminar de desnudar las mandracada­s de la clase dominante política del país, una clase que no pasa de más de cinco a diez “huérfanos de madre”, que privados del sentido de patria, “sin lástima”, como decía mi compadre, el finado César Montes Lagos, “se han comido a esta Honduras con una voracidad insoportab­le”.

Entonces, se exige ahora la obligación de responder a la pregunta que me hiciera

un dirigente intibucano hace muchos años, después de haber caminado por más de ocho horas hacia la asamblea de mi partido, me preguntó: “Licenciado, ¿por qué los que se han hartado este país siguen con hambre?”.

Todos los hondureños nos preguntamo­s lo mismo, pero no hacemos nada por apartar del camino a estas figuras nefastas, cuyos únicos logros de reconocimi­ento mundial son haber colocado y mantenido a nuestra Honduras en los últimos lugares del desarrollo humano y en los primeros del desprestig­io universal.

El panorama presenta un partido político minoritari­o en el poder; minoritari­o porque solo obtuvo un tercio del apoyo electoral en las últimas y penúltimas elecciones; un partido mancornado a una Asamblea Legislativ­a y a un Poder Judicial, que emite leyes la primera y administra la aplicación de la justicia la segunda, para mantener entronizad­a a la impunidad; con una oposición sin posiciones, sino solo con acomodamie­ntos vergonzoso­s para satisfacer a los dueños de esos partidos políticos; una oposición que nunca han entendido su responsabi­lidad de contribuir a la construcci­ón de esa nueva Honduras que todo un pueblo exige y ambiciona.

Me llena de indignació­n cómo algunas figuras de rancio linaje político, de más de 40 años de pertenecer a esas mismas clases dominantes que ahora, ellos mismos dicen aborrecer y que maliciosam­ente han olvido que en un tiempo, cuando disfrutaba­n de los bienes heredados, pertenecía­n innegablem­ente a esas mismas clases oligarcas; y que cuando despilfarr­aron lo que sus antecesore­s construyer­on con mucho esfuerzo, pasaron a enquistars­e como amebas en los intestinos de esos partidos dominantes y cuando terminaron como “chupacabra­s” de drenar la sangre de esas institucio­nes corrieron a formar otros partidos en donde, por una mala memoria, ahora sienten la conciencia tranquila y como falsos profetas (aquellos que Cristo condenó), juzgan las acciones de sus contrarios como equivocada­s y corruptas, cuando ellos, en su momento, nadaron en las hediondas aguas del mismo charco.

Igual les ocurre al despopaso tricar ahora contra ese sector de la empresa privada que fue cómplice, por miopía política o por convenienc­ias comerciale­s, a financiar ricamente sus campañas electorale­s.

Estos personajes nunca juegan naipe con su propio pisto. Ahora, la moda también es condenar a los “gringos imperialis­tas” de sus desgracias y sufrimient­os, cuando fueron estos actores foráneos los generadore­s de una presión diplomátic­a que obligó a otros candidatos contendore­s a aceptar prematuram­ente una derrota mucho antes que se terminara el conteo en las urnas.

Son esos mismos simpáticos semoviente­s, como son “los burros”, los que contribuye­n vergonzosa­mente a atropellar la constituci­ón, a acomodar las leyes para satisfacer sus mezquinos intereses y los de los mandamases de turno, sin tomar en cuenta que todos los políticos somos estrellas fugaces y la patria un astro de luminosida­d eterna, no la empañemos.

En definitiva, “los burros hablan de orejas” cuando a ellos les cuelgan como a un elefante africano. ¡Hasta cuando Dios mío!

Estos personajes nunca juegan naipe con su propio pisto. Ahora, la moda también es condenar a los ‘gringos imperialis­tas’ de sus desgracias y sufrimient­os, cuando fueron estos actores foráneos los generadore­s de una presión diplomátic­a que obligó a otros candidatos contendore­s a aceptar prematuram­ente una derrota mucho antes que se terminara el conteo en las urnas”.

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