Diario El Heraldo

Sociedad hondureña es víctima del odio

Expertos coinciden en que los hechos que se viven son el resultado de la convulsión política, social y económica que atraviesa el país

- Ricardo Sánchez El Heraldo ricardo.sanchez@elheraldo.hn

Desde hace varios años la salud mental de los hondureños está deteriorad­a y cada día empeora.

El odio, violencia, caos, crímenes, enfrentami­entos, insultos, disturbios, protestas, entre otros actos en contra de la paz y la armonía, atizan los niveles de polarizaci­ón que hay entre compatriot­as.

Esos factores más elementos como el azote de enfermedad­es, los problemas de pobreza, la falta de empleo, la pésima calidad en los servicios de salud y educación, entre otros, contribuye­n a diario a agravar la salud mental de los hondureños.

Una mala mirada o un cruce de palabras puede terminar con una fuerte riña y hasta en muerte entre personas producto de la irritabili­dad que padece la sociedad.

Ejemplo de eso es el espectácul­o dantesco que vivieron los hondureños el sábado en Estadio Nacional donde una turba de aficionado­s de los dos equipos de fútbol de la capital le propinaron una severa golpiza a sus contrarios.

La golpiza con palos, tubos, piedras y patadas en el rostro y otras partes del cuerpo hacia las víctimas provocaron la muerte de cuatro jóvenes.

Este tipo de eventos violentos, cada vez más frecuentes en el país, evidencian la carencia de valores, el irrespeto por la vida, altos niveles de intoleranc­ia y, lo más preocupant­e, una inexistenc­ia del amor por el prójimo y un exagerado ambiente de egoísmo.

Factores desencaden­antes

EL HERALDO buscó a diferentes expertos y representa­ntes de la sociedad para conocer desde sus puntos de vista las posibles causas que están afectando la paz de la nación.

Uno de ellos es el representa­nte de la Iglesia Católica, Ángel López, quien lamentó la violencia que ocurre a diario en el país.

“Todos estos hechos de personas ultimadas, muertos a golpes, el hecho del estadio lo que hizo visible, evidente una realidad que estamos viviendo todos los días a nivel nacional”, manifestó el sacerdote. Agregó que todos necesitan cambiar de actitud porque la cuota de responsabi­lidad es de todos. “Lo que estamos viviendo en el país es fragmentac­ión porque cada grupo vela por sí mismo y por sus propios intereses. Señaló que muchos jóvenes que participan en actos de barbarie han crecido en un ambiente de violencia. “Hace 10 años (2009) cuando el nivel de conflictiv­idad del país estalló a los niveles que hoy tenemos esos jóvenes tenían siete, ocho o nueve años, así que ellos han crecido en un ambiente de tomas de carreteras, de encapuchad­os, de tirar piedras, de quemar negocios, represión con bombas lacrimógen­as, le han perdido el respeto a la Policía y la Policía ha perdido la capacidad de ser un ente que se respeta, esos muchachos son herederos de esas situacione­s”, afirmó López.

Indicó que un factor que influye es que se ha degenerado el valor de la familia, no se promueve. “El Estado tiene una cuota de responsabi­lidad muy alta porque los políticos nos tienen en esta situación, nos han enseñado a odiar, este es el reflejo de esta política nefasta partidista que nos está educan juan do para odiar para ver al otro como un enemigo al que hay que eliminar”, reprochó.

Lamentó que las personas se han vuelto intolerant­es completame­nte y “se nos está educando para odiar y el camino del odio a lo único que lleva es a más muertes”.

Asimismo, dijo que hay una población cansada a la que hay que devolverle la esperanza.

El sacerdote también cuestionó que la Policía Nacional no previó que ese lamentable hecho podía ocurrir y se pudo haber evitado. El padre Juan Ángel López deploró que en Honduras ya no se respeta el mandamient­o de Dios: “¡No matarás!”.

Por su parte, la socióloga Hilda Caldera, afirmó que la juventud necesita metas más altas y más oportunida­des.

Indicó que los ídolos de los jóvenes no pueden ser narcotrafi­cantes, futbolista­s u otras personas que no aportan nada para su futuro. La socióloga señaló que las malas noticias que a diario se transmiten masifican más los lamentable­s hechos.

Salud mental dañada

“Vamos a reconocer que el pueblo hondureño estamos envueltos en una problemáti­ca de la salud mental muy grave, estamos ante una epidemia nacional”, expresó Rosa Martínez de Menjívar, psicóloga clínica.

Añadió que más del 50% de la población hondureña está proclive a desarrolla­r un proel

Cuatro jóvenes perdieron la vida por severas golpizas que les propinaron miembros de barras de equipos contrarios.

blema de salud mental.

“Es alarmante y preocupant­e porque la salud mental es la capacidad que tenemos que tener para convivir en una sociedad y ser participat­ivos en la comunidad”, comentó.

Agregó que entre los factores que están dañando la salud mental de los hondureños están: altos niveles de impunidad, el narcotráfi­co, el alto consumo de drogas, el alcoholism­o, entre otros.

“La psicosis es un trastorno mental que está ligado al consumo, yo opino que todos estos actos de violencia, de barbarie, que estamos viendo están asociados con el consumo de drogas porque lleva a la persona a un estado de psicosis temporal, se pierde el contacto con la realidad”, explicó Martínez.

Lamentó que la droga se está comerciali­zando a bajos costos en el país por lo que cualquier joven tiene acceso a la marihuana, cocaína, el crack, entre otros tipos de drogas.

En muchas regiones del país el consumo de drogas ha desplazado al consumo de alcohol que antes predominab­a, según la experta.

Sumado a lo anterior altos niveles de pobreza, la corrupción, desempleo, falta de oportunida­des que obligan a muchas personas a migrar hacia otro país. En Honduras hay un millón de jóvenes, en edad productiva, que no estudian ni trabajan.

Esas personas al no tener oportunida­des se pueden integrar a maras y pandillas, se introducen en el mundo del alcohol y las drogas. La desintegra­ción familiar afecta el futuro de los jóvenes que no tienen un cuidado y una autoridad que los controle. Expertos coinciden en que la problemáti­ca en el acceso a los servicios de salud y educación también influyen en la población.

Martínez puntualizó que la población también está sufriendo de estrés postraumát­ico después de ver o experiment­ar hechos de violencia por lo que las personas están obligadas a permanecer encerrados en sus casas.

Por otra parte, para el filósofo Simón Fú, las principale­s institucio­nes de la sociedad: la familia, la escuela y la iglesia han fracasado completame­nte.

“En Honduras hace falta la capacidad de reflexión y de discernimi­ento, estamos sujetos a un modelo estandariz­ado de violencia, todo se resuelve a través de acciones, de palabras o de otro tipo de componente social que no razona en lo más mínimo lo correcto y lo que hay que hacer, vivimos en sociedades extremadam­ente intolerant­es”, señaló el filósofo. La población debe recuperar el temor a Dios y el respeto por la dignidad humana

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(1) La población hondureña está inmersa en una severa convulsión política, social, económica y cultural, donde gobierna la violencia, la desesperan­za y la insegurida­d. (2) Mar(3) chas violentas que se terminan en caos innuyen en la salud mental. Imágenes de cómo una turba de una barra de un equipo de fútbol mató a golpes a un joven del equipo contrario. (4) A diario hay crímenes y la mayoría siguen en la impu-nidad. (5) En zozobra viajan los pasajeros en el transporte público.
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FOTOS: ALEJANDRO AMADOR

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