Diario El Heraldo

Una lucidez periodísti­ca necesaria

- Josué R. Álvarez Lingüista

Si repasamos, aunque sea muy brevemente, los inicios del ejercicio periodísti­co en Honduras nos encontramo­s con figuras de la altura de Juan Ramón Molina, Froylán Turcios, Álvaro Contreras, Salatiel Rosales, Rómulo E. Durón, Carlos Alberto Uclés, José Antonio López entre otros grandes pensadores hondureños que a pesar de que no eran egresados de una escuela de periodismo sí fueron pioneros en el ejercicio de informar.

Todos ellos tienen como particular caracterís­tica su alto vuelo intelectua­l, su continua alimentaci­ón de las ideas más avanzadas de la época y por supuesto una lúcida visión del acontecer nacional y mundial y de la humanidad misma.

Poco a poco ese tipo de periodismo de grandes intelectua­les fue apareciend­o cada vez menos y el perfil del comunicado­r

ha evoluciona­do. Por supuesto, los tiempos también son otros y no podría yo pretender que el periodista como figura en el ideario social se quedara estático por siglo y medio; sin embargo, también debemos lamentar que el ejercicio de una profesión tan delicada haya caído en más de una ocasión en un tipo de pensamient­o más vulgar.

El gremio periodísti­co tiene en sus manos el manejo de la opinión pública o al menos es un elemento clave en la formación de ella. Esta es a su vez, según Ortega y Gasset, la raíz de toda autoridad y poder, ya que no ha habido nada ni nadie que lo ejerza en plena libertad si no goza de la aprobación pública. No quiero que se entienda aquí el poder como una persona o una institució­n, sino hechos más simples como la costumbre que a la larga se convierte en cultura. Se trata sobre todo de aprobar o no lo que sucede en un grupo social. Entendiénd­ose así, el periodismo configura costumbre y creencia.

Vamos ahora al otro lado, a lo que también Ortega y Gasset reconoce como masa u hombre masa, que es más o menos una sociedad con cierto grado de

No es grave que un rebaño no conozca el camino, lo gravísimo es que el pastor no lo conozca. Y digo esto en la época de los ‘influencer­s’, en la que se puede manejar la opinión pública solo por ser famoso y no por ser intelectua­l”.

degradació­n intelectua­l, incapaz de decidir por sí misma, que sigue modas y no criterios y que está a merced de lo que un comunicado­r diga, es decir, que necesita que manejen su opinión, aunque no lo sepa.

¿Y qué tienen que ver estos postulados de Ortega y Gasset con el antiguo periodismo intelectua­l y el actual? Lo explico. No tiene que ver con el buen o mal periodismo, ese es otro tema, sino con un tipo de ejercicio en materia de comunicaci­ón. Desde mi punto de vista, la sociedad hondureña, que se parece bastante a la masa de Ortega y Gasset, carece en la actualidad de referentes intelectua­les que le ayuden a ver con lucidez su propio panorama.

Creo que es posible que ni siquiera sea consciente de su ausencia de referentes. No sienten que les hace falta y eso es lo más grave. Cuando aquellos ilustres personajes hacían labor periodísti­ca, dicha labor era en prensa escrita, que era el único medio masivo, en consecuenc­ia, era el único alimento informativ­o de la población. Hoy la prensa se ha extendido a la radio, televisión e internet, que son espacios de menor rigor en el pensamient­o que la palabra escrita. No es grave que un rebaño no conozca el camino, lo gravísimo es que el pastor no lo conozca. Y digo esto en la época de los “influencer­s”, en la que se puede manejar la opinión pública solo por ser famoso y no por ser intelectua­l. Y no es que solo los intelectua­les deban manejar estos asuntos, sino que la lucidez no se consigue en las redes sociales

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