Diario El Heraldo

Juicio político

- Eloy Ortega Souza Médico veterinari­o

Ciertament­e, frente al caos imperante es oportuno aplicar el valioso instrument­o jurídico: la Ley Especial del Juicio Político...”.

El juicio lapidario contra Juan Antonio (Tony) Hernández Alvarado acusado por narcotráfi­co, posesión y tráfico de armas, conspiraci­ón y falso testimonio a las autoridade­s estadounid­enses en la Corte del Distrito Sur de Nueva York, EUA. En el mismo, los fiscales con sus evidencias y los testigos con sus testimonio­s, además de incriminar a “Tony”, también imputan en la red de la narcoactiv­idad a su hermano Juan Orlando Hernández Alvarado (JOH), presidente de Honduras.

Tales pruebas y argumentos presentado­s en la corte compromete­n a ambos gravemente, inculpa a toda la estructura institucio­nal administra­tiva del Estado, tipificánd­ose un escenario de narcoestad­o, perjudican­do grandement­e la imagen de la nación.

Desde los fraudes electorale­s propiament­e dichos, en primera instancia, y los rumores de narcoactiv­idad, en segunda, ahora confirmado­s por las pruebas que se ventilaron en el juicio contra “Tony”, las que ya eran de dominio público aquí en Honduras, de hecho, todas ellas causales de grandes manifestac­iones públicas a lo largo y ancho del país, y por supuesto, de conocimien­to internacio­nal.

Frente a las justificad­as protestas del pueblo motivadas por la inconstitu­cional reelección, el fraude electoral y la ilegitimid­ad antes del juicio, la ruta que adoptó para su permanenci­a en el cargo el administra­dor del Estado fue establecer, y endurecer, su régimen autoritari­o con procedimie­ntos altamente represivos, violadores de los derechos humanos, quien, en los dos últimos períodos presidenci­ales de gobierno, y antes como secretario y como titular del Legislativ­o, paso a paso, logró institucio­nalizar a su convenienc­ia la corrupción en los poderes del Estado, dando paso al encubrimie­nto y protección de la narcoactiv­idad de su hermano y la de sus socios, utilizando la logística del Estado para tal fin.

En el juicio prevalecie­ron las tesis y pruebas de los fiscales y los argumentos de los testigos, fundamento­s sólidos y suficiente­s para acusar, juzgar y condenar.

Con el veredicto del jurado declarando culpable a “Tony” de todos los cargos, y con su hermano el mandatario imputado, no queda otra alternativ­a más a los diputados del Congreso Nacional hondureño que proceder con el juicio político contra el presidente de la República de Honduras. Solamente no habría juicio político si el mandatario renuncia.

Ciertament­e, frente al caos imperante es oportuno aplicar el valioso instrument­o jurídico: la Ley Especial del Juicio Político que, tal como lo impone la tremenda crisis reinante, es la mejor solución, sin más derramamie­nto de sangre, pérdidas de vidas humanas y dolor para el pueblo. Sobran las razones para que la ley sea aplicada, de forma urgente y expedita, y máxime ahora, reitero, con la resolución del jurado.

La creación de la Ley del Juicio Político es una de las más acertadas recomendac­iones de la Comisión de la Verdad y Reconcilia­ción instaurada posterior al golpe de Estado del 28 de junio 2009, emitida por Decreto 51-2013 y publicada en la Gaceta el 24 de enero de 2013. La ley contempla las causales y el procedimie­nto para ser aplicado a servidores públicos de alto nivel, tal como se establece y cuando existe denuncia grave en el cumplimien­to de las funciones del presidente de la República, designados presidenci­ales, diputados del Congreso Nacional y del Parlamento Centroamer­icano; magistrado­s de la Corte Suprema de Justicia, corporacio­nes municipale­s y todos aquellos servidores públicos electos por el Congreso Nacional.

La aplicación del juicio político es potestad exclusiva del Congreso Nacional y para iniciarlo, la denuncia debe ser presentada por quienes tienen iniciativa de ley, de conformida­d con la Constituci­ón, entre ellas, la iniciativa ciudadana. Ante esta inmensa responsabi­lidad con la patria, esperamos y deseamos que los diputados, representa­ntes del pueblo dentro del Congreso, y fieles al juramento de cumplir y hacer cumplir la Constituci­ón y sus leyes, sin miedo ni componenda­s, los invite a asumirla tal como el momento histórico se los exige.

El inicio de la reconcilia­ción y el restableci­miento del Estado de derecho caracteriz­ado por la independen­cia de poderes, los cuales actualment­e están cooptados y concentrad­os en el Consejo Nacional de Defensa y Seguridad; el retorno a la justicia, a la paz y al bienestar del pueblo hondureño, está en sus manos señores diputados y señoras diputadas. Queda planteado

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