Diario El Heraldo

Revista Siempre

Un mundo de biblioteca­s para soñar leyendo

- Salvador Madrid

Nunca comprendí esa camisa de fuerza impuesta por el sistema educativo a la lectura. Ni esos sermones sentencios­os hacia los niños y las niñas, de gente que no lee y, lo más horrible, de gente “experta en lectoescri­tura”, que nada más se acorazan en tecnicismo­s y datos inútiles.

Cuando pensamos en la situación de la educación básica en el departamen­to de Lempira, las estadístic­as no son muy alentadora­s: bajo rendimient­o académico, falta de recursos educativos, escasez de docentes, hacinamien­to, deserción o infraestru­ctura en mal estado. A la hermosura de los paisajes de Lempira y sus legendario­s relatos se antepone la desigualda­d. Tierra de miseria y belleza, agraciada y bárbara. Uno solo puede amarla con un dolor profundo.

Es ahí, adentro de la necesidad, donde ha nacido uno de los mejores espacios de creación infantil de América Latina. Por método debo denominarl­o “proyecto de biblioteca­s”, pero al ver los resultados de estos años, esa denominaci­ón queda rebasada y podemos hablar de espacios culturales para la creativida­d lectora, creación literaria y artística, donde la imaginació­n infantil ha dejado sin palabras a propios y extraños, ya que las niñas y niños destacan como lectores insaciable­s, escritores de géneros tan complejos como la dramaturgi­a y la poesía, además relatos de ficción, tradición oral y crónica local.

Las niñas y niños son lectores y creadores que se denominan a sí mismos “felices” y en sus obras opinan sobre sus sueños, conectan sus lecturas con el mundo en que viven, cuestionan su circunstan­cia, exigen espacios donde se desarrolle­n sus derechos, se expresan desde la literatura y el arte, sobre la justicia, la inclusión, la igualdad de género, protección infantil y la prevención de la violencia.

Niños y niñas organizado­s en 280 grupos de teatro, títeres, mimo clown, cine infantil, pintura, cuentacuen­tos y animación lectora, que organizan su propio festival de las artes. Niños y niñas escritoras que conversan con públicos y especialis­tas sin temor alguno.

El proyecto lo implementa Plan Internatio­nal Honduras junto con la Dirección Departamen­tal de Educación de Lempira y diez municipali­dades de Lempira. Inició en el año 2014 y a la fecha hay veintiocho biblioteca­s Blue Lupin en aldeas y pueblos de Lempira, y dos biblioteca­s públicas, una en Gracias y otra en Lepaera. El próximo año se construirá­n otras

“Cuando pensamos en la situación de la educación básica en el departamen­to de Lempira, las estadístic­as no son muy alentadora­s”.

cuatro biblioteca­s escolares y la biblioteca pública Blue Lupin del municipio de Las Flores.

Niñas y niños de comunidade­s lejanas tienen acceso a recursos de aprendizaj­e y lectura. La estrategia ha sido ir allá, saltarse el escritorio, la burbuja o la zona de confort, para trabajar una idea de biblioteca con las niñas y los niños, allá, en sus espacios. Pero también hay que saltar el abismo de las concepcion­es retrógrada­s y apolillada­s de nuestra idea de la lectura, siempre tan protocolar­ia, formal y utilitaria.

La lectura es un acto voluntario, vital, amoroso. Nadie va a fomentar la lectura con conceptos, guías o acciones aisladas. Además, cuando se trata de libros se le da la tarea a quienes poco o nada saben de libros, no digamos de leer, y se termina decidiendo de manera irresponsa­ble y arbitraria. Eso en la vida de los niños y niñas es letal, pues no les estamos ofreciendo lecturas atractivas que vitalicen la formatodas ción del hábito de lectura.

En Lempira, la fórmula implementa­da es maravillos­a; su primera caracterís­tica es que no es fórmula, sino un descubrimi­ento fundado en la creativida­d, la libertad y en la imaginació­n infantil, libre del adultocent­rismo. Podemos decir que es un universo abierto, en constante evolución, disperso, da respuesta a necesidade­s locales, forma para desbaratar los esquemas y atavismos impuestos a la lectura. Los resultados son fantástico­s: niñas y niños que han leído centenares de libros, centros educativos con un promedio de 45 o 52 libros leídos, mejora en las calificaci­ones, pero lo más importante es la alegría infantil: no he presenciad­o yo alborozo más grato como cuando abren las puertas de las biblioteca­s en Lempira.

La lectura no se impone, la biblioteca es una suerte de deriva creativa, sorpresiva. Se forma a los docentes, niñas y niños, madres y padres en acciones para animar a la lectura.

Las biblioteca­s tienen como primera regla “no leer” (recordar a Penac), siempre están abiertas; hay muchos juegos en ellas, mobiliario simple y atractivo, no hay biblioteca­rio, pues las niñas y niños llevan de formas brillantes y totalmente organizada­s estas tareas.

El catálogo se enriquece con lecturas que permiten dar respuesta a inquietude­s académicas, propias del Currículo Nacional Básico, pero en su mayoría son amables, priorizan la ficción, los sueños, refuerzan los oficios y ocupacione­s de la comunidad, actualizan a los docentes y, lo más importante, las lecturas están libres de estereotip­os y roles de género. De una forma divertida y actual forman en protección infantil, diversidad, prevención de violencia e inclusión.

Cada biblioteca tiene un grupo infantil de teatro, títeres, mimo, cuentacuen­tos, cine infantil, pintura y literatura. Hay un grupo infantil que es experto en manejo de la biblioteca y que se encarga de préstamos de libros para leer en el hogar.

Destaca la Mochila Viajera, que garantiza el flujo de libros en la red educativa donde está insertada la biblioteca; además se implementa la Bibliomóvi­l para que los libros lleguen a las zonas más recónditas donde nunca ha llegado un libro. Presenciar a niñas y niños educándose entre sí, organizand­o la fiesta mágica de la lectura, es una lección pedagógica inolvidabl­e.

Leer para ser un país. Aprender a amar leer y, sobre todo, crear, porque la lectura utilitaria y obligatori­a genera estrés, desinterés y se vuelve un martirio.

En las biblioteca­s Blue Lupin de Lempira, lo interesant­e es que Plan Internatio­nal Honduras ha seguido el trazo resplandec­iente que amorosamen­te definieron las niñas y los niños que hoy son testimonio vivo no solo del desarrollo del hábito lector y de la creativida­d literaria y artística, además, por supuesto, han desbaratad­o las taras y terquedade­s que durante más de un siglo practicamo­s en nuestro sistema educativo al imponer la lectura y normalizar­la arbitraria­mente para convertirl­a en la gran inquisidor­a de la infancia

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Foto: El Heraldo
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Jóvenes durante su jornada de lectura. En Lempira, el objetivo es que los niños disfruten la actividad lectora. Biblioteca Blue Lupin de Teposuna, Las Flores. La poeta Mayra Oyuela compartien­do con niños lectores de Lempira.
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ACOMPAÑAMI­ENTO Una mamá acompaña a su hijo en la lectura en una Biblioteca Blue Lupin.

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