Los videojuegos sí afectan la salud
¿Cómo saber si un niño padece la afección y no solamente los disfruta? Entérese en esta nota
La adicción a los videojuegos va más allá de sentir pasión por los juegos de video. Es un patrón de comportamiento adictivo en el que jugar digital- mente es la máxima prioridad en la vida de la persona. Esta interfiere con la rutina diaria y afecta el bienestar mental y físico.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) acaba de reconocerla como una enfermedad mental. El manual de diagnóstico de la Asociación Americana de Psiquiatría no lo considera un trastorno oficial, pero recomienda estudiarla más. Los síntomas incluyen una alteración de la capacidad de controlar el juego, una prevalencia del juego sobre otros intereses y actividades que derivan en malestar o funcionamiento alterado y un comportamiento lúdico continuo pese a consecuencias negativas.
Existen varias señales de alarma que se pueden buscar ante la inquietud de que un niño padezca una adicción a los videojuegos. ¿Se ha retraído su hijo de los deportes, clubes u otras actividades que no implican juegos de video?, ¿disminuye el rendimiento académico de su hijo mientras el interés por los juegos aumenta?, ¿ocupa el juego la mayor parte del tiempo libre de su hijo?, ¿alteran los juegos de video los patrones de sueño de su hijo? Si respondió afirmativamente a cualquiera de estas preguntas, entonces, es posible que su hijo esté desarrollando la adicción.
Preste también atención a sus reacciones emocionales cuando el niño no puede participar en ellos. La persona adicta a los videojuegos, por lo general, se pone sumamente enojada, ansiosa o alterada al pensar en que debe alejarse de estos durante más de un breve período de tiempo. Debido a que se trata de un trastorno adictivo, es difícil reducir la cantidad de tiempo que invierten en ellos. Cuando se les confronta acerca del tiempo perdido, las personas insisten en que su comportamiento es normal