Cualquiera
Esta realidad está como para paralizar a cualquiera y es lo que no puede permitirse. Es de dinamizar la movilidad y la organización en la defensa de nuestra paz, cuidándose de la politiquería, que no es política, que lo contamina todo en perjuicio del bien común. No es posible sustraerse del contexto y menos para convertirse en comparsa solapada de los grupos criminales, expuestos en todos lados, no solo en el hampa o en las oficinas del gobierno. Sea conscientes, inconscientes o por ser simples tontos han surgido como líderes confiables de personas tan desesperadas que ya no pueden discernir lo que escuchan de comunicadores atrabiliarios, que usan el nombre de la libertad de expresión que en forma crónica ellos mismos irrespetan, mienten, tergiversan y dicen una que otra verdad. Tienen tanto incauto siguiendo su patética verborrea y hasta les aclaman como salvadores. No se entiende que no les sea identificable la ignorancia y la codicia para convertirles en sus dirigentes. Es obvio que algo no se está haciendo bien y vale para todos los sectores, cuando por más recursos humanos y financieros que están a disposición del combate a la criminalidad, esta no escatima en acciones deleznables para enseñorearse en la ciudadanía inocente y desamparada. Que nos lamentemos un rato por los “caídos en el cumplimiento del deber”, por sus madres y sus huérfanos, no hace diferencia. Exhibe a la institucionalidad como incompetente, aunque teóricamente y por el conocimiento y logística disponible debiera ser lo contrario. Las comisiones trabajan, las integran personas bien intencionadas, pero los resultados son inversos a los objetivos, hay que buscar hacer algo efectivo y las comisiones no lo son. En adición, personajes tenidos por impolutos o al menos ellos así han logrado posicionarse ante esta sociedad, que lo cree todo y no cree nada, se desmitifican. Aunque ellos, cabeza cubierta, no se enteren. La realidad está como para paralizar a cualquiera y es lo que no puede permitirse