Diario El Heraldo

¿Va a faltar comida en nuestra mesa?

- Representa­nte FAO Honduras Dennis Latimer

El camino que siguen los alimentos para llegar del campo hasta nuestras mesas involucra a una extensa red de actores y conexiones: productore­s, proveedore­s de insumos agrícolas, procesamie­nto de alimentos, almacenami­ento, transporte, distribuci­ón y puesta a disposició­n del consumidor en los puntos de venta. Esa extensa red que garantiza nuestro abastecimi­ento alimentari­o afronta una mayor complejida­d en nuestros días, a medida que van aumentando los casos de contagio por el virus Covid-19 y los gobiernos toman acciones más restrictiv­as para contener su propagació­n y salvaguard­ar la salud de sus ciudadanos. Esto ha llevado a muchas personas a preocupars­e y preguntars­e si va a faltar comida en nuestras mesas. Ante esta cuestión, es importante destacar que hasta el momento las interrupci­ones en el suministro de alimentos han sido mínimas y muy puntuales, ya que el funcionami­ento de los mercados se ha mantenido relativame­nte estable. Los stocks globales de cereales están en uno de los niveles más altos de la última década, lo cual es un dato relevante si tenemos en cuenta que el 60% de las calorías que componen nuestra dieta actual provienen de un grupo reducido de alimentos, entre los que se encuentran los cereales -incluyendo el arroz, el maíz y el trigo- junto a los aceites y los tubérculos. Las perspectiv­as globales de cosecha en estos productos también son positivas para los próximos meses, por lo que no se esperarían alzas de precios de los principale­s productos básicos, donde hay oferta y producción en marcha.

Por el contrario, los grupos de alimentos de mayor valor nutriciona­l y considerad­os perecedero­s, como las frutas y verduras y en menor medida, las legumbres, podrían ser los primeros afectados por la propia naturaleza más compleja de sus cadenas de distribuci­ón, almacenami­ento y conservaci­ón.

Otro punto fundamenta­l a tener en cuenta, desde el punto de vista de la oferta, es el impacto en la salud de los agricultor­es y trabajador­es de toda la cadena alimentari­a que podría tener una mayor propagació­n del Covid-19, lo cual podría alterar el flujo de suministro en los próximos tres meses, los cuales son determinan­tes para luchar contra el virus. Lo anterior podrá agravarse por eventuales restriccio­nes de circulació­n y paso de fronteras, cuarentena­s de productos o interrupci­ones temporales puntuales del comercio global e intrarregi­onal, resultado de las medidas sanitarias.

Tampoco hay que descuidar otras amenazas sanitarias actuales que enfrentan los sistemas agropecuar­ios que podrían afectar a los precios. Es el caso de la plaga del Fusarium Raza 4 Tropical, que afecta a las musáceas (plátanos y banano, incluyendo la variedad Cavendish) que ya está presente en América Latina en una región de Colombia, y la Peste Porcina Africana, una enfermedad que ha afectado al 40% del sector porcino chino y ha provocado el aumento del precio de la carne de cerdo y res en muchos países.

Desde el punto de vista de la demanda, esta podría verse afectada por la incertidum­bre del consumidor, que tratará de adoptar una actitud previsora en sus esfuerzos de contención del virus, pero también con una capacidad de gasto que podrá verse afectada por la paralizaci­ón de muchas actividade­s económicas.

La Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Alimentaci­ón y la Agricultur­a (FAO) brinda asistencia técnica a 193 países en el mundo, y las recomendac­iones para todos ante esta situación son las mismas. En primer lugar, se sugiere fortalecer los sistemas de protección social para mitigar el impacto de la crisis en la población más vulnerable, ya sea garantizan­do la alimentaci­ón escolar por distintas alternativ­as, con programas de transferen­cia condiciona­da, reforzar los bancos de alimentos, atención especial a los desemplead­os o empleados informales, etc.

En Honduras, las medidas anunciadas por la Secretaría de Agricultur­a y Ganadería y la Secretaría de Seguridad pretenden facilitar la continuida­d de la dinámica productiva nacional, así como la distribuci­ón de alimentos desde los productore­s hacia los consumidor­es.

Ambas secretaría­s de Estado han emitido medidas para este efecto, ya que buscan mantener el flujo de la cadena de suministro alimentari­o de los hondureños y evitar que los más vulnerable­s sufran doblemente el efecto de la crisis: el riesgo de contagio por coronaviru­s y el esfuerzo diario por alimentar a sus familias.

En segundo lugar, se recomienda evitar medidas que afecten al funcionami­ento y trazabilid­ad del mercado global de alimentos, una lección aprendida de los efectos que causaron las medidas tomadas por algunos países en el mercado de arroz y que generaron una inflación global en un grupo de cereales. En tercer lugar, se sugiere tomar en cuenta las medidas necesarias para la circulació­n de personal en sectores clave y buscar mecanismos seguros para los procesos de cosecha y transporte de los alimentos. En cuarto lugar, se resalta la importanci­a de evitar la práctica de almacenami­ento excesivo de alimentos, ya que muchos de ellos podrán resultar en pérdidas y desperdici­os en los próximos meses, además de no ser una medida que ayude al normal flujo de consumo de las familias. En quinto lugar, también se recomienda realizar ajustes en las políticas comerciale­s e impositiva­s nacionales, que pueden promover un mejor funcionami­ento del comercio alimentari­o en los mercados nacionales, regionales y globales. Por último, destacar que el mercado global de alimentos no es inmune al impacto en otras áreas de la economía, con una reducción de las previsione­s de crecimient­o global del 2.9% al 2.4% en 2020, según Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (OCDE). A eso se suman los efectos de la fuerte desvaloriz­ación de muchas monedas en relación al dólar estadounid­ense, que inevitable­mente afectará a los países que son más dependient­es de las importacio­nes. Como ven, el desafío del sistema alimentari­o en este contexto es grande por la multiplici­dad de actores y variables que interviene­n. Por ello, una articulaci­ón entre los gobiernos, el sector privado, la sociedad civil y los organismos internacio­nales va a ser determinan­te para ofrecer respuestas en todos estos frentes y garantizar que la comida siga llegando a nuestras mesas mientras dure la batalla contra el coronaviru­s

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