“Nunca había salido a pedir, esta situación me obligó”
“Nunca en mi vida había salido a pedir, hasta ahora la situación me obliga porque no hay trabajo y mi familia no tiene qué comer”, expresó con tristeza Aderlin Bladimir Banegas, un pintor automotriz de 26 años.
“Cuando comenzó esto todo se puso difícil, ya dejó de caer chamba y el taller lo cerraron, yo ganaba 1,500 a la semana y pagaba un apartamento en El Carrizal y también me ajustaba para la comida”, dijo mientras se alistaba para ayudarle a orinar a su pequeño hijo, quien asegura que es “especial” e hiperactivo.
Antes de la pandemia pagaba 3,500 lempiras en un apartamento en la colonia El Carrizal, pero no pudo seguir cumpliendo con la renta debido a que no tenía ingresos y lo sacaron, pero antes le quitaron la refrigeradora y un televisor.
Sin tener donde vivir, se fue a un cuartito que alquila su madre en la colonia San Buenaventura de Comayagüela, donde pagan 1,400 lempiras, pero de nuevo estaba la amenaza de que los echaran.
El hambre no perdona y ante el temor de quedarse de nuevo sin un techo agarró valor y decidió correr el riesgo de infectarse de Covid-19 yéndose a la orilla del anillo periférico a pedir junto a su pequeño hijo, a quien tiene que cuidar para que no lo vaya a atropellar un carro.
“Al principio me daba pena, esto no me gustaba, pero la necesidad obliga, a veces me hago 200 lempiras al día o me regalan comida, y así voy pasando, con esto hemos pagado el cuarto y comido”, expuso.