¿Cómo afectan las discusiones de los padres?
tienen en los hijos las discusiones de sus padres?
LOS CONFLICTOS PUEDEN SER PERJUDICIALES PARA LOS NIÑOS SEGÚN LA FORMA EN QUE SE ABORDEN
Entre tirarse todo lo que se encuentre al alcance y mantener una discusión civilizada hay un amplio espectro de situaciones, un abanico que recoge la mayoría de las discusiones maritales.
Y cuando hay hijos de por medio hay muchas posibilidades de que las peleas —contra el sentido común— sucedan delante de ellos, pero ¿cuál es el impacto negativo en los niños?
Según Estela Antúnez, psicóloga clínica, los altercados físicos, los insultos y las tácticas como el silencio son interacciones tóxicas que a largo plazo pueden afectar el desarrollo y bienestar emocional de los menores.
La especialista apunta que una de las principales consecuencias es la inseguridad. Los altercados mal manejados socavan el sentido de seguridad de los niños sobre la estabilidad de la familia. “Los niños expuestos con frecuencia a conflictos maritales pueden preocuparse por el divorcio o por incertidumbre. Incluso puede dificultarles tener un sentido de normalidad en la familia”.
Los enfrentamientos también terminan por deteriorar la calidad de las relaciones entre padres e hijos. Ante una situación
Si cree que las peleas con su pareja están perjudicando el bienestar mental de su hijo, considere consultar a un especialista.
de estrés y cero armonía en el hogar muy difícilmente los progenitores pueden mostrar calidez y afecto durante su interacción. “Siendo testigos de cómo sus padres se enfrentan verbalmente, los niños o adolescentes también pueden caer en el estrés y comprometer su bienestar físico y psicológico a corto y largo plazo. Incluso puede inferir en el desarrollo saludable del menor. Asimismo, se vería afectado su nivel de concentración, autocontrol de emociones y hacerlos más susceptibles a la frustración”, añade Antúnez.
A esto se suma la disminución del rendimiento cognitivo y dificultades para la resolución de conflictos. Es una cuestión natural: los hijos replican los comportamientos de sus padres y, por ende, si están expuestos a la hostilidad, tratarán de la misma manera a sus semejantes, es decir que resolverán las disputas entre hermanos o amigos con las mismas tácticas con las que han crecido