Pueblos con encanto esperan que mejore la afluencia de visitantes
Turismo Ellos viven de la venta de artesanías, comidas y bebidas, sin embargo, el número de turistas aún no es el deseado para comerciar y salir de sus compromisos financieros
La tranquilidad prevalece en los municipios con encanto aledaños a la capital.
Negocios cerrados y una baja afluencia de personas, durante la reactivación económica, indican que el proceso para encender el turismo apenas inicia.
En las orillas de la carretera que conduce hacia Santa Lucía y Ojojona la soledad en los reconocidos puestos de atol y artesanías advierte por los momentos la ausencia de turistas en los destinos turísticos.
En proceso
A 13.5 kilómetros de Tegucigalpa está Santa Lucía, un pintoresco lugar que aún reposa en la fase cero. Desde que se entra al lugar, se observa su popular laguna cerrada al público y las cortinas de la mayoría de comercios abajo. Solo algunos pequeños establecimientos abren para atender a los lugareños.
“Estamos mal, te- nemos seis meses paralizados, con suerte a veces llegan tres o cuatro clientes”, expresó Rolando Umaña, un emprendedor que inició su proyecto de comidas hace dos años.
Su local vacío producía eco cuando relataba la falta de apoyo y que en 165 días de pandemia solo recibió una bolsa solidaria.
A inmediaciones del Mercado Municipal, Doris Gutiérrez, de igual manera, narró sus dificultades y que teme que “hasta en marzo del otro año” todo se normalice.
En 20 años vendiendo, nunca había presenciado una ausencia de turistas tan prolongada y una reducción tan severa de ingresos.
Julio Avilez, alcalde de Santa Lucía, detalló a EL HERALDO que con el apoyo de la Región Metropolitana de Salud están realizando capacitaciones para los encargados de los 120 comercios en el municipio.
“Estamos trabajando para avanzar a la siguiente fase, buscamos un plan para accesos a créditos y tener recursos para los emprendedores con una tasa de interés del uno por ciento mensual”, manifestó.
Según el munícipe, cada mes se pierden 30 millones de lempiras, es decir, durante la pandemia dejaron de percibir de los turistas 150 millones de lempiras.
Antes del toque de queda, unas 30 mil personas visitaban el antiguo pueblo minero.
Siempre al noroeste, pero a 22 kilómetros de la capital, está Valle de Ángeles, pese a estar dentro de la fase uno, la afluencia de personas por el momento no es la deseada.
Al transitar por sus calles empedradas se observa la mayoría de negocios abiertos y listos para recibir a la clientela.
El movimiento de personas es notable, sin embargo, el ajetreó lo producen los mismos locatarios para indicar que sus productos artesanales o comestibles están disponibles.
Rubén Gonzales, uno de los más reconocidos artesanos del lugar, tomó la decisión de ofrecer descuentos hasta de un 25% en sus productos para lograr ingresos.
No obstante, por la baja afluencia de turistas, las 37 personas que emplea por los momentos permanecen suspendidas.
Wilfredo Ponce, alcalde municipal, estimó que antes recibían al mes 18 mil visitantes.
Ahora las visitas solo llegan a unas seis mil y las pérdidas superan los 70 millones de lempiras por mes.
Al sur del Distrito Central está Ojojona con más de 100 establecimientos comerciales listos para atender turistas.
Yessenia Andino es una artesana que durante la pandemia tuvo que cerrar su negocio y vender rosquillas por encargo para sobrevivir.
“Fechas como el Día de la Madre y otras las perdimos, mientras esperamos que la afluencia de personas mejore, los bancos nos están cobrando y dicen que ya no hay prórroga, tenemos muchas deudas”, relató